“¿Te gusta tu universidad m’ijo?”, le pregunta un padre a su hijo adolescente. “Está chida”, responde el joven, mientras se acercan a la casa ubicada en la cima del cerro El Pandillo, dentro del predio de 10 hectáreas invadido por el empresario tapatío Guillermo Moreno Ibarra, que luego de más de 20 años de litigio fue recuperado por la población coca de Mezcala, que levantará ahí un centro de educación comunitaria para toda la región.
Mezcala es la única comunidad indígena que permanece en la ribera del Lago de Chapala, en el oriente de Jalisco. Su origen coca, negado por el Estado mexicano, es reivindicado en cada acción que realizan en la defensa de un territorio ambicionado por gobiernos y empresarios que en diversos momentos han conseguido dividir a la población. Pero no este 4 de octubre, fecha que sin duda será recordada por los niños y niñas que ese día jugaron hasta que se cansaron encima de la cama del “invasor”, como lo nombran en estas tierras.
“Estos 21 años de lucha no fueron fáciles. Hemos luchado, hemos sufrido, hemos sido perseguidos. Estoy enrabiado, pero también contento”, dice Vicente Paredes Perales, comunero de Mezcala, perseguido en el camino de esta lucha, al igual que la comunera Rocío Moreno y otra decena de sus compañeros.
El abogado de la comunidad, Rubén Ávila Tena, resume: “Este juicio empezó en 1999 y prácticamente pasó por todos los tribunales de Jalisco. Se inició en Atotonilco, cuando había un tribunal auxiliar. De ahí lo pasaron al Tribunal Unitario Agrario Distrito 16, en Guadalajara; de ahí al distrito 56, en Ciudad Guzmán, y de ahí al 15, que fue el que emitió la resolución y ordenó que se devolviera a la comunidad indígena de Mezcala las aproximadamente 10 hectáreas” invadidas.
Su triunfo, dice la población en un comunicado, “no es sólo por tener sentencias favorables que confirman que Mezcala es el dueño único de ese territorio, sino que también triunfó ante la soberbia del dinero, que piensa que con eso se compra todo”.
“¡Sí se pudo!”, grita la comunidad coca, seguido de un “¡Viva Rocío!”, la comunera hija de doña Rocío que, sin estar, estuvieron.