México debe agradecer muchas cosas a los catalanes, entre las cuales destacan la retirada del general Prim i Prats cuando éste no se dejó engatusar por los franceses y se regresó por donde vino sin disparar un tiro, en 1862, convenciendo además a los ingleses para que lo emularan y tampoco cayeran en el garlito de los gabachos. Asimismo, reconocemos que un catalán es el autor de la música de nuestro himno y muchas cosas más.
Por nuestra parte, también hay mucho qué decir: me gusta recordar a ese soldado oaxaqueño llamado Néstor Sánchez, quien luchó denodadamente contra los franquistas durante la llamada guerra civil española y la acogida en nuestra patria a más de 10 mil catalanes de todas las edades y muy diferentes condiciones, entre 1938 y 1950, etcétera. Pero en este sentido, además de muchos otros, debería tenerse presente la visita que hizo el Barça a México en 1937, conocida en la magna historia de dicho club como “la gira salvadora”.
En efecto, en ese mismo barco llamado Mexique, que a mediados de 1937 trajo a los 456 niños que hemos denominado “de Morelia”, entre los cuales había muchos catalanes, llegó también a Veracruz el equipo de futbol Barcelona para enfrentarse a varios equipos mexicanos.
Además de los buenos pesitos que ganaron y que, como buenos catalanes, supieron ahorrar muy bien, la bolsa que se llevaron se había enriquecido con la venta a clubes mexicanos de media docena de jugadores. El más emblemático, tanto por su gran valía como por haber arraigado definitivamente en México, se llamaba Martí Vantolrà, extremo derecho –la mayor parte del tiempo– del Atlante, a quien, por su gran calidad, apodaban El Maestro.
Aquí aparece Lázaro Cárdenas, el gran presidente que tuvimos entonces, pues el futbolista contrajo estado con una parienta cercana de él. Pero su participación en los hechos fue muchísimo mayor, pues, con la discreción obligada, bajita la mano, fue quien dio lugar a que las condiciones de la visita fueran magníficas para el Club de Futbol Barcelona, además de que la gente, dentro y fuera de los estadios, se mostró sumamente solidaria y amable con los visitantes.
Claro que los muchos apapachos gastronómicos dieron pie a que la condición física de los culés mermara, lo que fue causa de un par de derrotas...
Después de una escapada a Nueva York, con buenos resultados también, el Barça viajó a Francia, donde dejaron los dividendos almacenados en un banco. Al triunfo de los franquistas, con todo el rencor de Franco por lo catalán, a los culés les apretaron las tuercas a más no poder, mas el club logró sobrevivir gracias a los dichos ahorritos. Dicho de otra manera, queda bien reconocido que, en buena medida, los blaugranas se salvaron gracias a las maniobras y gestiones del presidente de México. Así queda reconocido por los conocedores de la materia.
De ello habla el pequeño y precioso libro llamado precisamente El Barça y México en 1937: Tiempos de Cárdenas, editado por Miguel Ángel Porrúa, cuyo autor, Frederic Porta, es un magnífico periodista deportivo catalán, de gran proyección internacional. Clara queda la participación de nuestro presidente en dicha faena y cómo se sorteó, entre otros, a quienes pretendieron en México medrar con dicha visita a costillas de la necesitada caja del FC Barcelona.
De cualquier modo, a pesar de que esta aventura mexicana está registrada en varios libros, lo cierto es que su gran magnitud y consecuencias no resultan tan conocidas, de manera que también muchos culés de hoy quedarán bien enterados de lo que hizo México a favor de ese emblema catalán que, de una manera u otra, se ha convertido en un firme baluarte de su nacionalidad.