El 3 de octubre, el gobierno mexicano concedió a 15 grandes empresas de producción y distribución de alimentos –varias trasnacionales, incluso la empresa más grande del mundo, el supermercado Walmart– una licencia “única y universal” que las exime de todo trámite requerido para garantizar la salud, inocuidad y otros aspectos sanitarios en la importación de insumos para procesar y distribuir alimentos. También las eximió del impuesto general de importación (https://tinyurl.com/2tp2sjmu).
Según el gobierno, esta medida sería para controlar el aumento de los precios de los alimentos. Como aclararon las propias empresas, no para reducir, sino “para controlar” los precios. Precios que las empresas ya habían subido antes de este acuerdo. Brutal paradoja que se premie y exima de mínimas regulaciones de salud a empresas de los ramos industriales directamente vinculados al aumento artificial y especulativo de los precios de los alimentos y al origen de las crisis de salud y las pandemias.
Con esta medida se impulsa y premia la importación al país de soya y maíz transgénicos, entre otros granos con alto grado de agrotóxicos, así como otros componentes básicos para comida industrial y comida chatarra. Por si fuera poco, esta medida aumenta la competencia desigual de los grandes gigantes industriales contra la producción nacional sana, de pequeña escala y local, que es lo que se debería apoyar.
Para desbrozar el contexto de estas afirmaciones, empecemos por el tema de los precios. En 2022 aumentó notablemente el precio de los alimentos a nivel global y en México. Frecuentemente se menciona la convergencia de la guerra en Ucrania y las limitaciones por la pandemia de covid-19 como los principales factores.
No obstante, datos de la FAO (Organización de Agricultura y Alimentación de Naciones Unidas) muestran claramente que no se trata de falta de alimentos, sino de especulación. Sus gráficas muestran que la producción y existencias de alimentos almacenados se han mantenido estables desde 1990, con leves aumentos, mientras los precios se dispararon a porcentajes absurdamente altos, desvinculados totalmente de la producción y existencias (Grain, https://tinyurl.com/2f7dtxzt).
Esto se debe al control oligopólico que ejercen las grandes empresas y trasnacionales agroalimentarias en la producción, procesamiento, comercio y distribución de alimentos. Rubro que junto a las industrias farmacéutica y las grandes tecnológicas, son las que mayores ganancias acumularon en tiempos de pandemia (https://tinyurl.com/mhe9cdjy).
Las industrias a las que pertenecen las empresas que ahora se premian y eximen de regulaciones de salud (productores industriales de tortilla, huevos y carnes, grandes supermercados) son las que han destruido la soberanía alimentaria en México, compitiendo deslealmente y sacando de producción a muchos productores nacionales de menor escala y mejor calidad, amparadas en el desmantelamiento regulatorio por los acuerdos de “libre” comercio. Son también las que crearon artificialmente la demanda de importar maíz, casi todo transgénico, para dar de comer a millones de animales en confinamiento, o para fabricar sus tortillas de mala calidad y otras comidas chatarra o de bajo nivel nutricional. Negocios entre grandes empresas cuyo principal interés es la ganancia, no la alimentación ni la salud (https://tinyurl.com/2w9uzb6d).
La cría industrial de animales en confinamiento –que se apropió de grandes porcentajes del mercado a partir del TLCAN– es también la peor forma de producir alimentos, tanto para la gente, como para los animales y el ambiente, ya que conlleva una multiplicidad de impactos negativos. Es, además, una forma de producción altamente ineficiente. Por ejemplo, se estima que se necesitan 100 calorías de cultivos para producir 12 calorías provenientes de pollos y apenas 3 calorías de carne vacuna.
Adicionalmente, la mayoría de las epidemias y pandemias de las últimas décadas –como la gripe porcina, H1N1 y la gripe aviar– están directamente relacionadas a esta forma de cría a gran escala que genera nuevos virus patógenos debido a las condiciones a que se somete a los animales. Por otras vías, igualmente graves, la pandemia de covid-19 también está ligada a la producción agrícola y pecuaria industrial (https://tinyurl.com/2txhn5p5).
Finalmente, el consumo de comida industrial está relacionado con gran parte de las principales enfermedades de las que muere la población mexicana (cardiovasculares, diabetes, enfermedades renales, cánceres digestivos, etcétera). Es por ello un factor principal de la epidemia de debilitamiento inmunológico y de otras comorbilidades de la población causantes de muerte durante la pandemia de covid-19.
En lugar de premiar a las grandes empresas y liberarlas de una mínima supervisión pública, urge lo contrario: reconocer que el sistema alimentario industrial que ellas controlan y del cual lucran está en el origen de las crisis alimentarias y de salud, y actuar en consecuencia.
* Investigadora del Grupo ETC