En pleno siglo XXI, la quinta parte de las mexicanas (21 por ciento) se unen y viven en pareja antes de cumplir 18 años, siendo niñas o adolescentes. En los estados de Guerrero, Tabasco, Chiapas y Michoacán es una tercera parte de ellas.
Existen factores estructurales y culturales que explican la permanencia de esas uniones, la prohibición legal del matrimonio en personas inhibirá esta práctica, pero su erradicación no es fácil.
El corto horizonte educativo y la falta de acceso a la educación media superior (de 40 por ciento de adolescentes) ha sido determinante para que en las comunidades apartadas del país (hay 185 mil localidades con menos de 2 mil 500 habitantes) las mujeres se unan y tengan hijos al terminar la secundaria y a veces antes. Además, hay que tomar conciencia de la importancia del factor cultural. Numerosos estudios etnográficos documentan que en México y en otras partes de América Latina la permanencia de uniones consensuadas en edades tempranas ocurre al margen de los matrimonios religiosos y civiles; algunos autores les llaman matrimonios étnicos, prácticas culturales que se resisten a la cultura occidental, un patrón “mesoamericano; en términos de Bonfil Batalla son expresión del “México profundo”. Invalidar los matrimonios que no fueran sancionados por una autoridad religiosa es una idea que llegó con la colonización europea, y hasta finales del siglo XIX se irán combinando las uniones religiosas con los matrimonios civiles. Aún con la evangelización y la aculturación de México, las comunidades campesinas de raíces indígenas conservaron sus antiguas prácticas culturales, esas que legitiman las uniones por acuerdos comunitarios avalados por líderes locales (Robichaux, David, “Las uniones consensuales y la nupcialidad en Tlaxcala rural y México: un ensayo de interpretación cultural”, Espiral, vol. IV, núm. 10, UDG, sept-dic, 1997).
Sin embargo, con la perspectiva de género se están visibilizando las “uniones forzadas”, muchas de las cuales no son consensuadas, son arreglos familiares que hacen sin consultar a la cónyuge y a veces, ni al cónyuge. Resumo aquí un relato ocurrido en la sierra de Soteapan, Veracruz (Osorio, A. “Niñez interrumpida: la realidad de los matrimonios forzados en Veracruz”, en Animal Político, 4/11/19, https://bit.ly/3ebq3nZ). “‘Yo lloraba’, dice Juana una y otra vez al recordar el día de su boda, una boda que sus papás y la familia de su actual esposo acordaron cuando ella apenas tenía 12 años, sin tomar en cuenta su opinión.”
Hoy, cuando Juana tiene 33 años y aún vive con su marido, nos cuenta:
“Yo lloraba, yo no quería ir allá, es que allá no tengo familia, allá con quién voy a platicar y yo que no sé hablar en español (…) dice mi papá aquí mando yo, aquí las chamacas no escogen su novio, aquí ir cuando el chamaco ya llegó y tú ir”.
Juana no hablaba español y su novio no hablaba popoluca. Pero eso no importó a las familias, quienes consideraron que debía seguirse la tradición, planearon una fiesta de tres días tras acordar que el novio entregara un cochino a la familia. El primer día, la familia del novio llegó con una caja de refrescos y de cervezas para brindar. El segundo día, los invitados comieron y rieron. El tercero, sentaron a los dos novios en medio del patio, donde las personas mayores les dieron consejos para su matrimonio; después caminaron con ellos hacia donde vivirían. Esta boda no pasó por el Registro Civil. Viven en concubinato.
“Mi papá no me dio estudio. Mi papá dijo que a las niñas no les voy a dar estudio porque luego nada más encuentran macho allá en la escuela.”
Juana no pudo terminar la primaria, a los 15 años ya era mamá, ahora tiene siete hijos y tal vez tendrá más. Se dedica al hogar, a mantener limpia la ropa y cocer el maíz, tal como le recomendaron en la boda. Ella no piensa pedir ayuda, así vio casarse a sus hermanas y primas, y así fue como ella negoció el matrimonio de su hijo mayor a cambio de un toro.
“Gracias a Dios que nunca me golpean como a las otras señoras que dicen que les pegan, les maltratan.
“Yo no, no somos casados por el civil, estoy en unión libre, pero no tenemos problemas, nunca peleamos y nunca nos agarramos a golpes.”
Esta y otras historias forman parte de un nuevo material educativo (Conapo/Conafe/Unfpa. Para el gobierno de México es prioridad erradicar los matrimonios y la maternidad infantiles, en principio porque vulneran el derecho a decidir de las mujeres y adolescentes y porque son una barrera para su movilidad social; cuidar hijos en la segunda década de vida les aparta del crecimiento escolar y de la autonomía económica, a corto, mediano y largo plazos. A través de unidades móviles, los servicios de salud sexual y reproductiva están llegando a las zonas más apartadas, se invierte como nunca en becas, en la ampliación de la matrícula escolar y de planteles de nivel medio superior y superior. La educación sexual en el nuevo plan de estudios de la SEP fortalece el conocimiento de los derechos sexuales y reproductivos y la erradicación del machismo.
* Secretaria general del Conapo
Twitter: @GabrielaRodr108