En mi entrega del 30/9/22 anuncié el seminario en homenaje a Luis Arizmendi organizado por la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ). En mi ponencia (antier) incluí lo que había escrito en dicha entrega y añadí un resumen de un pasaje crucial de los Grundrisse de Marx e ideas de György Márkus (GM) sobre la posibilidad de la teoría crítica. Lo que sigue son extractos de lo que añadí. En el pasaje ( Grundrisse, Vol. II, pp. 227-230) Marx expone el cambio central que la gran industria significa para la producción al aplicar en ella la ciencia y la tecnología (CyT), y concluye, a lo que le queda muy bien la expresión de “límite objetivo del capitalismo” (LOC): “El plustrabajo de la masa ha dejado de ser condición para el desarrollo de la riqueza social, así como el no-trabajo de pocos ha cesado de serlo para el desarrollo de los poderes del intelecto humano. Con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio, y el proceso de producción deja de ser apremiante y antagónico”. A este LOC hay que añadir los límites naturales objetivos del planeta. Este texto, excepcionalmente autocrítico, plantea el LOC y declara que la ley del valor ha dejado de estar vigente. Lo sintetizo así:
1) El capitalismo (producción de valor) se rige bajo el supuesto que el tiempo de trabajo (TT) es el factor decisivo en la producción de riqueza; 2) Pero con la gran industria la creación de riqueza depende menos del TT y más del poder de los agentes puestos en movimiento que depende sólo del avance de la CyT. 3) Se genera una desproporción cuantitativa entre TT y producto, y cualitativa entre trabajo abstracto y el poderío del proceso de producción (PP). 4) El hombre pasa de agente principal a supervisor y regulador del PP. 5) Entre el hombre y la cosa, en vez de la herramienta se interpone ahora un proceso industrial. 6) El pilar deja de ser el trabajo que es remplazado por el desarrollo del individuo social que se apropia la fuerza productiva general (comprensión y dominio de la naturaleza). 7) El robo de TT ajeno, la plusvalía, base de la riqueza actual es una base miserable comparada con el fundamento actual. 8) Al dejar de ser el trabajo vivo la gran fuente de la riqueza, el TT deja de ser su medida. 9) El plustrabajo deja de ser la condición del desarrollo de la riqueza social.10) Se desploma la producción fundada en el valor de cambio. 11) Reducción al mínimo del TT necesario. 12) Al tiempo liberado corresponde la formación artística y científica y el desarrollo de las individualidades. 13) El capital reduce al mínimo el TT, pero lo sigue considerando la medida y fuente única de la riqueza. 14) Desata los poderes de la CyT para que la creación de riqueza sea independiente del TT, pero quiere medir con él las gigantescas fuerzas creadas y limitar estas fuerzas para que el valor creado siga siendo valor. 15) El desarrollo del capital fijo (maquinaria) revela el grado en el cual el general intellect, que es ahora la fuerza productiva central, controla las condiciones del proceso social.
Si el capitalismo había llegado a su límite objetivo en 1857-58, ¿Cómo sigue en pie? ¿Cómo se puede trascender? Aunque Elmar Altvater ( El fin del capitalismo tal y como lo conocemos, 2011) dice con Braudel que “El capitalismo no puede perecer solamente con una desintegración endógena”, termina aceptando que ésta sí es posible. Pero una desintegración endógena del capitalismo sólo llevaría a la barbarie. Una trascendencia positiva del capitalismo sólo se puede lograr si el actor de la historia, el ser humano, la conduce conscientemente. Acudo como guía para pensar al respecto a György Márkus (GM) en Language and Production (LP) (no publicado en español, salvo el capítulo 5 final que publiqué en Desacatos núm. 23, 2007). GM critica algunas tendencias del pensamiento de Marx en El capital, donde habría asumido una visión de la historia de carácter teleológico, no en el sentido de perspectivismo (punto de vista pragmático sobre una posible transformación radical), sino de un finalismo directo. “Mientras más la posibilidad de una transformación radical del capitalismo tomaba la forma de una tendencia histórica objetivamente necesaria, más la noción de socialismo adquiría un significado finalista que llevaría, a través del postulado de una extensión ilimitada de necesidades humanas, a un desmembramiento de los momentos teóricos y prácticos del paradigma de la producción”. Ello sería así porque la separación institucional, en el socialismo, entre la administración de las cosas y la autoadministración de las personas, requiere la prevalencia de una abundancia absoluta, incompatible con la extensión ilimitada de necesidades. En el capítulo 5 (“La posibilidad de una teoría crítica”) GM propone una radicalización del paradigma de la producción como salida a estas dificultades que consiste en interpretar las distinción básica del paradigma (fuerzas productivas /relaciones de producción) como distinción práctico-histórica en sentido radical: relativas siempre a un proyecto histórico-social asociado a las necesidades e intereses de agentes particulares. Aplica esta radicalización a la distinción entre necesidad “externa” (a la cual hay que adaptarse) y necesidad de hechura humana que la actividad colectiva puede ‘des-hacer’ para definir qué tanto su actividad debe ser “reproductiva” y en qué medida puede ser “creativa”. Pone en duda la idea de Marx de que las fuerzas productivas son los “frutos de civilización” a los cuales “el hombre nunca renuncia”, y que lleva al paradigma de la producción a establecer una supuesta conexión empírica entre la idea teórica de continuidad histórica y la idea valorativa de progreso. GM rechaza la pretensión del paradigma de constituirse en la ciencia real, positiva, del desarrollo humano: la idea del carácter irrenunciable de los frutos de la civilización es falsa como generalización empírica y niega el análisis de Marx que implica que lo que es un “progreso” de las fuerzas productivas bajo un sistema puede aparecer como una “regresión” en otro. Plantea el siguiente dilema: o bien uno identifica fuerzas productivas con una noción dada de tecnología, en cuyo caso en tiempos de grandes transformaciones las fuerzas productivas pueden ser “objeto de renuncia y abandono” (lo que destruiría un elemento constitutivo central del paradigma marxiano), o bien las fuerzas productivas han de definirse a través de la continuidad histórica: como aquellos elementos subjetivos y objetivos de la riqueza social a cuyo uso productivo los individuos no “renunciaron” porque constituyen para ellos una precondición necesaria de la vida. Cuando fuerzas sociales opuestas luchan por alternativas distintas, la lucha ideológica se articula parcialmente en torno a esta definición. A esta pluralidad ideológica de diversos grupos sociales, GM añade la pluralidad de las propias teorías críticas que buscan llevar a determinadas fuerzas sociales a la “conciencia de sí”, al entendimiento de sus propios intereses y necesidades “reales”. Ambas pluralidades son hechos normales de la vida ideológica. Por lo dicho, la vinculación marxiana directa entre las nociones de continuidad y de progreso histórico mediante el concepto de desarrollo de las fuerzas productivas es, según Márkus, insostenible.