En un principio fueron los boleros lo que interpretaban, luego, vinieron los sones cubanos y tras estudiarlos con denuedo se dedicaron a interpretarlos hasta dominar las formas y convertirse en la mejor agrupación sonera del país. Comenzaron muy jóvenes, de ahí que se les reconozca como La Nueva Nostalgia, que por estos días celebra el 36 aniversario de su fundación.
En entrevista con La Jornada, Julio Toledo (contrabajo) y Guillermo Willi Trejo (tres cubano), fundadores de la agrupación, hablan de su historia y de cómo han resistido/sobrevivido en el ejercicio sonero.
“En principio, comentan, llegar a este aniversario, a pesar de los contratiempos y obstáculos que se presentan en el quehacer musical, no ha sido tan tortuoso, ya que lo que hacemos se da por el gusto de hacer música. Desde que nos planteamos a lo que nos íbamos a dedicar nos quedó claro que habría adversidades, pero también momentos de bondad y alegría. Y nosotros procuramos que se dé esto último.”
El momento de definición se dio cuando invitados por el pianista Jano Portillo llegaron a la casa del arquitecto José González donde cada lunes se reunían “a bohemiar” profesionistas de toda índole y personalidades de la música como Jano, El Negro Ojeda, Francisco Fellove y Marcial Alejandro. Allí se percataron de la belleza del compás, el lirismo y la imaginería del son cubano. “Los allí reunidos tocaban y cantaban viejos sones cubanos a la vez que recitaban versos de los poetas Nicolás Guillén y José Martí. Eran unos locos que se hacían llamar ‘La Sonora Carcajada’, quienes de inmediato nos arroparon. Por ese entonces nos presentábamos bajo el nombre de Grupo Nostalgia y fueron estos maestros que al vernos tan jóvenes nos bautizaron como La Nueva Nostalgia”. refiere Julio Toledo.
A partir de ahí, decidieron que el son sería el género musical al que se dedicarían. Sin abandonar el bolero, que por aquel entonces les redituaba generosos ingresos, abordaron con seriedad y empeño el estudio y la práctica sonera. En el proceso integraron las cuerdas y percusión del bolero, instrumentos de alientos como el saxo y las flautas, hasta que se incorporó Martín Escollíes, trompetista cubano, cultivado en la mejor tradición sonera quien le dio el sello definitivo a la incipiente agrupación, enseñándoles trucos y secretos del son cubano, pero, sobre todo, confiesa Toledo, “a respetar la tradición”.
Escollíes se convirtió en el alma y “modo” de ser sonero de la agrupación. En ella el trompetista se mantuvo 15 años, tras los que se marchó por motivos personales. “Su salida la resentimos dado que la trompeta es un instrumento puntual en el son. Muchos trompetistas pasaron intentando ocupar su lugar sin lograrlo, hasta que llegó Daniel Lantigüa, cubano de formación clásica, quien de inmediato se acopló a la agrupación y se mantiene hasta la fecha.
“‘El son es lo más sublime para el alma divertir…’, proclama Ignacio Piñeiro, en uno de sus cálidos y brumosos sones y su poder de seducción arrasó en México desde su arribo allá por 1928 hasta ahora.
“Bajo ese influjo, y a lo largo de su historia, surgió una singular estirpe de soneros mexicanos de la cual somos herederos y continuadores”, admite Julio Toledo. “Ahí está la impronta y el legado que perdura en el tiempo. Desde la aparición del Son de Marabú, la primera agrupación sonera en el país que formó Agustín Lara para que Toña La Negra interpretara sus canciones ‘criollas’, hasta las actuales agrupaciones de soneros que siguen esa ruta.
“Son muchas las agrupaciones y formatos musicales que en México cultivan el son: charangas, sonoras, combos, orquestas..., nosotros conservamos el formato y sonido tradicional del septeto: tres, guitarra, trompeta, contrabajo, bongó, tumbadoras y una o dos voces. De hecho, somos la única agrupación integrada como septeto tradicional.”
Sin embargo, además de ese sonido tradicional, hay un timbre tonal que identifica al grupo y de eso habla Willi, quien es el repertorista y director musical:
“Los sones cubanos nos fueron llegando en su estado puro y, en la medida en que los interpretábamos, le fuimos agregando pinceladas de jazz, rock o bossa nova, géneros musicales con los que iniciamos antes de ser trovadores y que en el son se acomodan muy bien.”
Siempre y cuando se respete la clave, les dice quien esto escribe.
“Por supuesto”, responde Willi categórico: “La clave es el tejido, el equilibrio, la alquimia rítmica en la que se asienta el son. Sin clave no hay son, así de simple. A través de la clave o basándose en ella se da la ejecución de la polirritmia sonera, en el bongó, campana y tumbadora. Esto lo entendieron muy bien los hermanos Gallego (Óscar y César), quienes aportaron con sus conocimientos y habilidad en las percusiones una gran fuerza y dinámica al sonido de La Nueva Nostalgia”.
Aunque aprendió de treseros mexicanos, el estilo de Willi es indudablemente cubano. Ahora que platicamos le pregunto por el efecto que han tenido en su touché grandes y buenos instrumentistas, como Nené Manfugas, Chito Latamblé, Papi Oviedo, Niño Rivera o Pancho Amat, y cuenta que de ellos se fue enterando en el camino. “Los conocí cuando ya tocaba el tres, pero me he acercado a ellos para estudiar sus técnicas... Finalmente, uno nunca termina de aprender”.
En una existencia que va más allá de la centuria, el son cubano ha tenido momentos de plenitud, pero también de olvido. ¿Cómo lo ha vivido La Nueva Nostalgia en estos 36 años?, se les pregunta
“El que haya tenido momentos a la baja, por modas musicales o desviaciones en el gusto de cierto conglomerado social, lo ha sufrido el son hasta en Cuba –apunta Toledo–, pero no ha desaparecido, como sí sucedió con otras expresiones musicales. El son tiene eso de aguante, fortaleza, resistencia que lo hace ser único y universal. Hubo un momento en que se escuchaba poco, pero vino su repunte a raíz del disco Buena Vista Social Club, por lo que mucha gente empezó a saber de él y a disfrutarlo. Ciertamente, el auge de Buena Vista nos benefició, ya que siendo una agrupación de son tradicional que tocaba casi los mismos números que ellos nos solicitaban para todo tipo de actos, como los llevados a cabo en el Salón 21 y otros espacios donde empezamos a ser habituales, como La Flor del Son, La Nueva Cuba y el Salón Los Ángeles.”
Y así se fueron haciendo de una buena parroquia de seguidores...
“Yo creo que todo esto radica en la honestidad interpretativa, una manera de hacer y decir apegada a la tradición cubana, pero con personalidad propia”, agregó Toledo, quien para finalizar la charla invita al festejo por estos 36 años de vida y resistencia.
“La fiesta de aniverario se realizará el 9 en el Salón Los Ángeles (Lerdo 206, Col. Guerrero), a partir de las 5 de la tarde. En ella participarán las orquestas Los Típicos, La Revelación, Chemany, el Salsero de México, Daniel Riolobos III y músicos invitados.”