El clavecinista brasileño Bruno Procopio (1976) bien pudo haber sido pianista, o virtuoso de cualquier otro instrumento, de no haber tenido la oportunidad “geográfica”, de irse a estudiar a Francia, país de referencia para la música barroca. Nacido en Juiz de Fora, en Minas Gerais, sede de un relevante festival de música colonial y antigua, gracias a una invitación el joven estudiante se fue de Brasil a los 16 años, concursó y fue aceptado en el Conservatorio de París.
Procopio vendrá a México, por tercera ocasión, para participar en tres conciertos. El primero, El clavecín del siglo de las luces, para clavecín solo será el 8 de octubre en la Sala Carlos Chávez, del Centro Cultural Universitario, como parte del Festival CulturaUNAM. El músico será director huésped de la Academia de Música Antigua (AMA) para sus presentaciones el día 15 en la Sala Nezahualcóyotl y el 19, en Guanajuato, en el 50 Festival Internacional Cervantino.
Jean-Philippe Rameau (1683-1764), el compositor más relevante de la música barroca francesa, y predilecto de Procopio, es el eje principal del concierto que el clavecinista dará en la Sala Carlos Chávez. Los otros tres compositores, destacados en su época, hoy son menos conocidos para el gran público. Son: Jean-Henri d’Anglebert (1629-1691), compositor privado del rey Louis XIV; Jean- Baptiste Forqueray (1699-1782), quien hizo transcripciones para clavecín solo de las suites para viola de gamba de su padre, Antoine Forqueray, y François Couperin (1668-1733).
Las piezas incluidas en el programa representan dos estilos distintos: “Aunque las piezas de Couperin y Forqueray tengan nombre porque fueron dedicadas a personas, el tema de las danzas es común a los cuatro. La única diferencia sería que d’Anglebert tiene un estilo todavía distinto porque está muy nvolucrado con el repertorio del laúd, el primer instrumento con que se empezó a componer obras con el estilo de las suites de danza”.
Con el tiempo decayó el interés por el clavecín dado que éste salió del ámbito profesional y particular en el siglo XVIII, con la invención del piano. Para 1790 ya no se fabricaba el clavecín, señala Procopio.
En el siglo XIX no se escribieron obras para clavecín. El entrevistado anota que hubo un interés por parte de los compositores del siglo XIX hacia la música barroca, por ejemplo, Ravel, Debussy y Chopin, sin embargo, era de tipo “intelectual”. No era una música tocada en la sociedad.
En el siglo XX, gracias a obras compuestas para clavecín por De Falla y Poulenc, se reavivó el interés por el instrumento y por la música hecha para éste: “Hubo una revolución estética que buscaba interpretar la música como se tocaba en el XVIII”. En París era posible comprar clavecines históricos hasta la Segunda Guerra Mundial, aunque tenían un uso decorativo. “Sólo a partir de los años 50 que las personas empezaron a restaurar de una manera informada, y ante la demanda por conseguir uno, los instrumentos hoy son copias de los originales del siglo XVIII”, anota Procopio.
El concierto El clavecín del siglo de las luces, para clavecín solo, será el 8 de octubre, a las 18:00 horas, en la Sala Carlos Chávez, del Centro Cultural Universitario, avenida Insurgentes Sur 3000, alcaldía Coyoacán.