El cultivo de palma de aceite, impulsado por la legislación, se ha expandido en Chiapas, Campeche y Tabasco, en tierras comunitarias y áreas naturales protegidas, sin que haya dejado mayores beneficios económicos pero sí ha ocasionado fragmentación social y afectado áreas naturales protegidas, indicaron expertos.
Durante el conversatorio Impactos socioambientales del cultivo de palma de aceite convocado por Conacyt, se mencionó que tan sólo entre 2014 y 2019 hubo una expansión constante ya que la superficie pasó de 76 mil a 112 mil hectáreas, lo que ha implicado una pérdida de al menos 5 mil 600 hectáreas de bosques y selvas.
El cultivo de palma de aceite, utilizada como biodiesel, se impulsó a partir del establecimiento de la ley de Protección de promoción y desarrollo de los bioenergéticos en 2008, ya que entra en ese rubro, y en ese sexenio se estableció la meta de cultivarla en 300 mil hectáreas. En 2012 se fijó la meta de sembrar cien mil hectáreas en Chiapas; la meta no se cumplió y en 2019 se sembraron 45 mil hectáreas, explicó Héctor Bernabé Fletes de la Universidad Autónoma de Chiapas.
En el país Chiapas concentra la mayor parte de las plantaciones, en la ultima década también hubo expansión en Campeche y Tabasco, dijo Anne Cristina de la Vega-Leinert de la Universidad de Greifswald. Mencionó que la palma de aceite es un cultivo polémico, porque ocasiona fuertes tasas de deforestación, contaminación de aire, suelo y agua, alto uso de agroquímicos, y se expande en tierras indígenas.
Se siembra en zonas de planicie con altas precipitaciones y compite con otros productos agropecuarios, “en México se ha insistido que no causa deforestación se dice que se hace en suelo degradado, pero se encontró que sí se deforesta para la siembra y además reemplaza áreas de acahuales, áreas importantes para corredores ecológicos y son importantes para la biodiversidad”. Agregó que también se siembra en áreas naturales protegidas como la Encrucijada, en Chiapas, donde hay unas 7 mil 600 hectáreas sembradas y tiende a crecer.
A su vez, Carolina Linares Bravo de El Colegio de la Frontera Sur se refirió a que ha habido políticas de reconversión a palma de aceite con apoyo técnico, financiero y de insumos en detrimento del fomento y apoyo para la producción de otros cultivos como el maíz.
Explicó que el fruto de la palma se vende generalmente a intermediarios, los recursos se destinan a comprar maíz, leña, alimentos estudios o contratación de jornaleros, el precio del producto varía de la ubicación geográfica y la accesibilidad.
En conclusión, dijo, este cultivo ha provocado cambios en las relaciones sociales y económicas locales, debilita los sistemas locales de provisión de alimentos, exacerba la exclusión económica, productiva y política de las mujeres, y no modifica las condiciones de marginación social.