Jo Ramírez, ingeniero mecánico de la UNAM y ex director de McLaren en tiempos en que la rivalidad entre Ayrton Senna y Alain Prost deslumbraba al mundo del automovilismo, contesta el teléfono. Desde Málaga, el mexicano observa con entusiasmo el desarrollo en Red Bull de Sergio Pérez, quien ganó su segundo Gran Premio del año en Singapur y el cuarto de su trayectoria.
“Checo me recuerda mucho a Prost; es como si hubiera nacido en una pista de carreras. Cuando todo el mundo está nervioso, él permanece, serio. Si tú le tomas el pulso en medio de una gran competencia, es probable que su corazón no se altere en comparación con el de otros pilotos. Está a la altura de los grandes”.
A Max Verstappen lo dibuja como un hombre que danza alegre en las pistas, con un instinto depredador que no coincide con la personalidad armoniosa del tapatío. Lo que sigue para Checo, afirma Jo, es adaptarse al coche para hacerlo tan rápido como el holandés, líder del campeonato.
“Max es el gallo de Red Bull, pero el trabajo de Checo ha sido perfecto. Las condiciones en Singapur eran muy malas. No sólo por la pista mojada, sino por la humedad y el calor que enfrentaron los pilotos. Checo demostró que tiene sangre fría. En circuitos callejeros como Mónaco, Bakú y Singapur la concentración debe ser máxima. Le falta ganar el GP de México, ojalá su equipo lo permita”.
Coleccionista de cascos y viejos volantes, Ramírez considera que el mejor momento del tapatío está por venir. Red Bull lo necesita para vencer a (Charles) Leclerc en la segunda posición. Se aproximan los GP de Japón y Estados Unidos antes de aterrizar en el Autódromo Hermanos Rodríguez.
“Me quedo con algo que dijo al final de la pasada carrera: ‘los mexicanos demostramos con hechos, no con palabras’. Fue una respuesta a las declaraciones de Helmut Marko (asesor de Red Bull), que no fueron muy halagüeñas, pero también una muestra de lo que viene.”