La primera parte de Oaxacalifornia fue publicada en 1995. El documental, dirigido por Sylvia Stevens, seguía la historia migratoria de la familia Mejía, de origen oaxaqueño. Veinticinco años más tarde, quien entonces fue la productora y escritora, Trisha Ziff, decidió volver a la historia, que para ella desde el principio fue muy personal. Si bien ella no dirigió la primera entrega, a raíz de un viaje por la Mixteca de Oaxaca, conoció y se interesó por sus protagonistas.
“Fue una completa coincidencia, estábamos en el mismo lugar al mismo tiempo. Hablé con ellos y eventualmente los visité en Fresno”, contó en entrevista la directora de Oaxacalifornia: el regreso. Lo que había llamado la atención de la cineasta eran los contrastes entre los que la familia Mejía transitaba. “Vi estos dos mundos. El mundo del pueblo al que habían regresado, era la primera vez que Leo, el padre, tuvo su green card, y fue la primera vez que regresaron al pueblo de forma legal con sus hijos”, recordó. Y, por el otro lado, estaba la vida familiar en Estados Unidos.
En 25 años, los Mejía no sólo se han instalado, también han echado raíces. Son tres las generaciones de personas de origen mexicano que viven en Estados Unidos. “Creo que esta familia vivió la doble cultura de identificarse como mexicanos y como estadunidenses, y lo que eso significa”, señaló Ziff.
“Estábamos traumatizados”
Finalmente, Ziff volvió a Oaxacalifornia, otra vez bajo circunstancias muy particulares. Ella y el director de fotografía, el irlandés Seamus McGarvey, quien se encargó de la imagen en el primer documental, se encontraban en Nueva York cuando Donald Trump se anunciaba como ganador de las elecciones. “Estábamos traumatizados, había miedo por el futuro con este maníaco en el poder. Seamus y yo recordábamos la película que habíamos hecho hacía más de 20 años. Y él sugirió: ‘por qué no vuelves con la familia Mejía y ves si están interesados en hacer un filme ahora con sus hijos, sus nietos, con la segunda generación’”, agregó la cineasta.
Esa semilla estaba inspirada además por el trabajo del director británico Michael Apted, quien había hecho una serie de documentales conocida como Up, en la que siguió la vida de distintas personas a lo largo de diversos periodos de siete años. Oaxacalifornia: el regreso se pensó con ese mismo espíritu.
Entre las ideas que la directora tenía antes de volver a buscar a la familia Mejía, había varias que se confirmaron, pero que además dieron a Ziff mayor profundidad sobre sus teorías. “Los abuelos hablan principalmente español, los hijos español e inglés y los nietos sólo inglés, así que se puede ver el cambio de generación. Revelar eso literalmente era algo obvio, pero ver cómo se manifiesta en el día a día fue nuevo para mí”, ilustró.
Hasta cierto punto, Trisha comprende la dualidad en la que viven los Mejía. La cineasta inglesa también emigró a México y en este país tuvo un hijo. “Mi mundo es ser una forastera, así que tengo una relación con lo que eso significa. En mi caso, siento que esencialmente estoy fuera de ambas culturas. No soy completamente inglesa, sea lo que sea que eso signifique, y nunca seré mexicana, tan sólo puedo participar en la cultura de México, pero estoy fuera de ella”, sostuvo.
Esa perspectiva también genera en Ziff una inclinación a temas como el de Oaxacalifornia. “Creo que eso me da cierta empatía a las contradicciones en las realidades que me hacen sentir curiosidad por hacer una película como esta. De alguna manera los Mejía han sido una constante en mi vida, mi primera película y la más reciente, así que hay una especie de ciclo en este proceso”, explicó.
Sin embargo, la cineasta también sabe que entre su necesidad de migrar y la de quienes van a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades de desarrollo económico existen diferencias muy notorias. Los Mejía han tenido que lidiar con racismo y arduo trabajo, “yo vine a México con todo mi privilegio de educación, de ser blanca, de ser europea, así que las comparaciones son muy mínimas, no pretendo de ninguna forma que sea similar a la experiencia de alguien que se mudó por razones económicas. Yo no vine por eso, sino por amor. Tengo opciones, mucha gente del pueblo no las tiene”, admitió.
En un periodo tan prolongado, y con nuevas personas en el entorno familiar de los Mejía, Trisha Ziff también fue testigo de los grandes cambios experimentados por sus protagonistas. “Leo siempre dijo que construyó una casa con la idea de pasar su vejez en México, en el pueblo, de ser enterrado ahí. Pero la verdad es que para su familia, su mundo es Estados Unidos; sus hijos y nietos nunca irían ni vivirían en ese lugar. Así que tienes una casa que fue edificada para un sueño de una época antigua y que termina siendo de vacaciones, que está vacía casi todo el año; y no sólo la de ellos, el pueblo también refleja eso. Hay muchas casas grandes de gente que se fue”, subrayó la cineasta.
Oaxacalifornia: el regreso constituye la manera en que Ziff explica otra visión, otro contexto. “Creo que lo que sí te da es sensibilidad, curiosidad. Hay momentos con los que te puedes identificar, o preguntarte si lo harías diferente. Eso es todo”, puntualizó.
El documental se estrena en cines el jueves.