En un lugar de las montañas del sureste de Estados Unidos, una escuela popular para y de rebeldes festejó sus 90 años el pasado fin de semana.
Fue en el Highlander Research and Education Center (al inicio llamado Highlander Folk School) en las montañas Apalaches, en Tenesi, donde durante nueve décadas se han encontrado rebeldes estadunidenses para intercambiar estrategias, canciones, contar sus experiencias y con ello nutrir a diversos movimientos sociales que han transformado al país desde el sur con la convicción de que “otro Estados Unidos es posible”.
Fue en Highlander donde se elaboró y preparó la histórica huelga general del sector textilero en los años 30, donde en los 50 el reverendo Martin Luther King llegó para dialogar con otros líderes y activistas, donde fueron capacitadas figuras icónicas como Rosa Parks, de ese movimiento de derechos civiles. Desde los años 30 hasta los 60 fue uno de los pocos lugares en el sur de Estados Unidos donde afroestadunidenses y blancos se podían reunir. Fue ahí adonde llegó Paulo Freire a dialogar con uno de los fundadores de Highlander, el educador popular Myles Horton.
Ahí también se han reunido granjeros y pequeños productores para intercambiar ideas sobre cómo enfrentar la crisis agraria, luchar contra los transgénicos y el control de semillas de las trasnacionales; organizadores mineros, de trabajadores de procesamiento de carnes, entre otros, han encontrado ahí un diálogo para fortalecer sus luchas sindicales. Ahí se exploran estrategias para enfrentar la globalización económica y la agenda neoliberal aplicada dentro de este país, facilitar encuentros entre comunidades pobres en las montañas del sur con pueblos en otras partes del mundo que enfrentan las consecuencias de operaciones de empresas trasnacionales.
Además de ser un tipo de escuela sobre la praxis política, económica y social, Highlander también es un centro de cultura popular y parte de su trabajo es preservar y compartir las expresiones de los movimientos sociales en el sur con libros, fotos, documentos, arte gráfico y sobre todo canciones. Fue en Highlander donde Pete Seeger, el gran cantautor de folk, junto con el músico Guy Carawan y el reverendo King elaboraron y empezaron a difundir la versión de We Shall Overcome que se convirtió en el himno del movimiento de derechos civiles.
Es, pues, un lugar peligroso. Fue clausurado por las autoridades un tiempo en los años 50 al ser tachada de “escuela comunista” en plena era macartista. Fue atacada por el Ku Klux Klan y otras agrupaciones ultraderechistas, y esos no son incidentes del pasado lejano; el pequeño edificio de sus oficinas fue incendiado y destruido en 2019 por lo que se sospecha fue un grupo supremacista banco.
Horton (1905-1990) escribió que “Highlander es una idea tercermundista. Ha funcionado en los Apalaches y en el sur estadunidense porque tienen mucho en común con los países del Tercer Mundo, o segmentos del éste, dentro de otras sociedades”.
De hecho, hace unos años Highlander se volvió bilingüe porque muchas de las nuevas luchas sociales en el sur ahora están encabezadas por migrantes mexicanos y centroamericanos. Más aún, Highlander y Horton han realizado intercambios con educadores populares en varios países, desde Sudáfrica hasta Brasil y Filipinas, entre otros.
Horton escribió en sus memorias ( The Long Haul): “si quieres construir una sociedad democrática tienes que actuar democráticamente en todo sentido… Estoy de acuerdo con el Che Guevara: el verdadero revolucionario está guiado por grandes sentidos de amor. Si ese amor no forma parte, acabarás en una sociedad fascista”.
Highlander se define a sus 90 años como “un catalizador del movimiento social” y hoy continúa con su larga historia nutriendo las luchas para democratizar desde abajo, y desde el sur profundo, a este país invitando a los que festejaron su aniversario este fin de semana a “practicar la historia del futuro desde ahora”. (https://highlandercenter.org/)
Pete Seeger. We Shall Overcome. https://open.spotify.com/track/7kfXLa8qHHmdn3ANhe65FH?si=62ca184cf02840b4