El Gobierno de la Ciudad de México enviará al Congreso local la iniciativa de ley Memoria de la Ciudad de México, cuyo objetivo es la búsqueda de la verdad, la no repetición de violaciones graves a los derechos humanos y la participación de víctimas y familiares en la creación de políticas públicas de memoria.
En la inauguración de un monumento en la plaza Tlaxcoaque, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, dijo que se declararán “sitios de memoria histórica” a la plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco y la calzada México-Tacuba, escenarios de dos masacres estudiantiles en 1968 y 1971, respectivamente, así como los sótanos de Tlaxcoaque, sede de los separos de la ex jefatura de policía donde se tienen registros de actos de tortura.
“Son sitios para repensar, recuperar, transmitir información y reconstruir la identidad sobre violaciones graves a los derechos humanos por el Estado. Espacios para que las víctimas, familiares, sobrevivientes y comunidades consideren que pueden rendir memoria a estos acontecimientos.”
Abren investigación para esclarecer violencia
Con la presencia de una de las víctimas de tortura en los sótanos de Tlaxcoaque, la fiscal general de Justicia, Ernestina Godoy, informó que se inició una carpeta de investigación para esclarecer los hechos de violencia en los sótanos de aquel sitio, donde se detuvo a sindicalistas, campesinos y estudiantes disidentes.
Al momento ya se han hecho recorridos con tres personas de identidad reservada, quienes señalaron algunas coincidencias en el lugar con relación a su denuncia. Mientras la fiscalía mantiene clausurado el lugar, autoridades capitalinas prevén la emisión de una declaratoria de patrimonio material e inmaterial para asegurar su inalterabilidad y permanencia como sitio de memoria forense para las investigaciones.
Sobre el tema, el subsecretario Alejandro Encinas declaró que en los años 60 y 70 “transitaron gente como Luis Cueto Ramírez, como Arturo Durazo Moreno... Sin lugar a dudas muchos de los dirigentes, estudiantes que aspiraban a ejercer plenamente sus derechos y libertades, fueron privados de la libertad y de la vida”.
Durante su discurso, Consuelo Solís Morales, una de las detenidas en Tlaxcoaque, recordó haber visto personas violentadas, como Elvidio Ocampo, Fausto Dávila, familiar de Lucio Cabañas, que desaparecieron desde entonces, “y muchos que posiblemente no reconocí por estar desfigurados debido a la tortura física y sicológica. Nazar Haro se paseaba por los pasillos decidiendo quién seguía en el interrogatorio”.