La estética transparente de Mario Lavista, su búsqueda del color y de la poética del sonido en sus obras estarán en el recital en memoria del compositor fallecido el año pasado, que hará la pianista Ana Gabriela Fernández, concierto que clausura este domingo el Festival Internacional de Piano En Blanco y Negro.
La intérprete de origen cubano tocará por primera vez en México de manera completa la Integral de los 12 estudios para piano de Claude Debussy (1862-1918). “Nadie lo ha hecho aquí y muy pocos en el mundo. Qué mejor que honrar a Mario con su compositor favorito, con obras tan raras, tan difíciles, pero que son tan bellas y una maravilla. Dialogué y acompañé a las piezas de Mario, ahí hay una línea en cuanto a formación, admiración por el compositor francés y en cuanto a estética de su música”.
La memoria se expande en ecos sonoros, que crecen como ondas de evocaciones, en honor a Lavista, a su “abuelo” compositor Debussy, quien a su vez escribía inspirado por su antecesor Frédéric Chopin. De igual forma, con motivo de su amistad entrañable con Eduardo Mata, unidos por el maestro Carlos Chávez. O como un ave, que desde el imaginario de Borges dejó caer su pluma en cada uno de nosotros.
En entrevista con motivo del concierto de este domingo, a las 12:30 en el auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes, la pianista afirma: “Es un honor cerrar el festival que está cumpliendo 25 años, lo cual no es fácil de llevar a cabo. Es mi segunda vez que participo; la primera fue en 2019; en el público estaba Lavista, sin imaginarme que ahora iba estar haciendo un homenaje por su deceso que ya va a cumplir un año el 4 de noviembre”.
Esta presentación “tiene doble importancia para mí, no sólo profesional por estar en un festival tan importante, con tanto público y propuestas increíbles, sino por una cuestión emocional por la muerte del maestro Mario. Fue una persona cercana; la maravilla es que con él me acerqué por primera vez a la llamada música mexicana contemporánea, con quien tuve la posibilidad de trabajar estas piezas”.
Es una gran diferencia colaborar con un compositor vivo, “se crea una energía muy bonita con el intérprete, ese trabajo arduo y profundo que hicimos se va a quedar”.
El retrato de Claude Debussy estaba en la casa del maestro Lavista junto con los de otros compositores, “él los llamaba los abuelos, los ancestros de la composición. Estudió en París con Marie y Messiaen, descendientes directos de la escuela de Debussy y Ravel. En el gusto estético de Lavista, en la experimentación del instrumento al abarcar todos los registros del piano y sacando los colores, encontramos esas similitudes y diálogos que hace todo el tiempo con la música francesa; lo dejó ver en la partitura y en la técnica de sus composiciones”.
Y todo lo componía en piano, en el que se inició en la música, “hasta los últimos días continuó escribiendo a mano en papel pautado. Con los cambios en la tecnología, muchos compositores se vuelcan a programas donde puedes hacer las partichelas. Pero Mario no lo hizo. Tenía un profundo amor por el piano y la flauta”.
Hoy, Ana Gabriela Fernández incluirá cuatro obras de Mario Lavista (1943-2021). Sus creaciones “siempre tienen un recurso extra musical que me llama mucho la atención, todas las artes están estrechamente relacionadas entre sí, con la música, la literatura, la pintura. Por ejemplo, Simurg es una obra sobre el rey de las aves basada en un cuento de Jorge Luis Borges”.
Inspirada por Uchida
En esta pieza se conjunta una cuestión identitaria, declaró, pues “tiene que ver mucho con mi vida, porque soy migrante, de origen cubano, vivo en México desde hace nueve años. Pero, independientemente de que ambos países tengan muchas cosas en común, también hay muchas diferencias”, relata quien a los 10 años hizo su primera presentación con la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba.
Fernández hace el estreno en México de la Integral de Debussy, inspirada por Mitsuko Uchida, una de las grandes pianistas vivas. Durante la pandemia vio en YouTube una vieja grabación de ella tocando los estudios: “Nunca me había puesto a reflexionar sobre esta maravilla de obra”. Al recibir la invitación del festival para homenajear a Lavista pensó que era el momento ideal para incluirla.
“Sus estudios los compuso en su última etapa, en 1915. Los dedicó a Chopin, a quien admiraba, y porque son una continuación de los estudios que hizo el compositor polaco en el siglo XIX. Cada uno está dedicado a una dificultad técnica específica. La cuestión de Debussy es que son obras tan oscuras, extrañas y raras, que a veces uno se pregunta: ‘¿realmente es él?’, pues es muy distinto a lo que nos tenía acostumbrados a escuchar y ciertos elementos que se repiten.”
En estos ejercicios para solistas del instrumento “te encuentras con dificultades técnicas e interpretativas tremendas; entonces, el pianista tiene que estar preparado física e intelectualmente para tocar piezas así”.