De ser un pueblo dedicado al monte, a bajar leña, escobeta y al pulque, con algunas familias que sembraban maíz para autoconsumo, San Pedro Atocpan, en Milpa Alta, es el principal fabricante de mole en el país. Aporta 60 por ciento de la producción nacional y 90 por ciento de su población se dedica a alguna actividad relacionada con ese alimento.
“No hay mercado en la ciudad que no tenga un sampedreño vendiendo mole”, aseguran Herlinda Olivos Ramírez y Josefina Cordero Flores, descendientes de las primeras moleras del pueblo, y que a sus 87 y 85 años, aún lo elaboran y atienden sus locales y restaurantes.
Ambas son iniciadoras de la Feria del Mole, en 1977, y desde entonces sólo se interrumpió en 2020 y 2021 por la crisis sanitaria, pero que ayer se reanudó a la entrada del pueblo, junto al estadio Momoxco, a la altura del kilómetro 17.5 de la carretera Xochimilco-Oaxtepec, con una docena de productores para venta a granel y en 24 restaurantes.
“Era un pueblo con mucha necesidad”, cuenta Herlinda; hacia 1870 su abuela Rafaela Olivares era la molera; a ella y a Catalina Ríos, abuela de Josefina, las llamaban para hacer la comida en las fiestas patronales y en festejos familiares. De ellas aprendieron muchas mujeres más.
Por los años 50 del siglo pasado algunos productores comenzaron a salir con el producto a lugares como La Merced. Josefina recuerda que llegaba a La Villa en tranvía y Herlinda aún va a vender al mercado Zapata Vela, en Iztacalco; recuerda que con la apertura de la carretera a Oaxtepec, en 1965, la venta en el pueblo tuvo mayor auge y el sacerdote de la parroquia de San Pedro Apostol, Damián Zárate, encauzó al pueblo para que lo vendieran e impulsó la creación de una cooperativa.
La Feria Nacional del Mole cuenta con dos foros para actividades artísticas y culturales en los próximos 23 días, una zona de juegos mecánicos y se ofrecen además artesanías de cerámica, madera, textiles, así como dulces de amaranto y miel, pan artesanal, joyería, pulque, licores y nieve.
En los restaurantes, con decorados tradicionales y fogón de leña en los que se echan las tortillas a mano, jóvenes que portan la tradicional vestimenta de tlacualeras, que antaño llevaban la comida al campo, invitan a la gente a probar su producto.
En el acto inaugural, la alcaldesa Judith Vanegas resaltó que Milpa Alta es la única alcaldía rural de la ciudad en las que sus pueblos han demostrado ser grandes productores, como Atocpan, con el mole, en tanto que el secretario de Gobierno, Martí Batres, en representación de Claudia Sheinbaum, enfatizó el coraje con el que la comunidad ha defendido la propiedad social de la tierra, sus tradiciones y cultura milenarias.