La violencia contra niños, niñas y adolescentes (NNA) tiene un “importante componente de género”, aseguró Gabriela Polo Herrera, directora de Políticas de Prevención y Atención de la Violencia del Sistema de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna).
En la Conferencia Nacional por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia, detalló que, de acuerdo con la Secretaría de Salud, de los 5 mil 93 menores que recibieron atención médica en sus servicios de enero a agosto de este año, 53 por ciento fueron mujeres, sobre todo por lesiones causadas por violencia física.
En el encuentro organizado por la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), apuntó que del total de agresiones contra NNA en 2021, “64.56 por ciento tuvieron como responsables a una persona con algún parentesco” con el infante y 77.37 por ciento de los casos se perpetraron en sus viviendas.
Diohema Anlleu, de la Fundación Juntos con las Niñas y Niños (Juconi), expuso que la violencia hacia NNA también sucede entre pares y habló de la necesidad de romper los ciclos de violencia inter-generacional.
“La violencia no ocurre sólo de los adultos hacia los niños, sabemos que se da entre niños, sobre todo en el tema de violencia sexual.”
Instó a que con intervenciones en el territorio se “rompan los ciclos intergeneracionales de violencia”, que no sólo se da dentro de una familia, sino que viene desde la propia formación y la vida familiar de los padres que ahora educan.
“Si reconocemos estos ciclos, podemos acompañar a padres y madres. Trabajar con ellos desde su propia historia para que puedan construir una paternidad y maternidad más sensibles”. Hacerles ver que el castigo corporal y los tratos humillantes no son opción en la crianza. “Estamos capacitando, incidiendo desde el territorio.”
Los hombres sufren más castigo físico
Polo Herrera detalló que hay estudios que indican que los infantes y adolescentes varones, “son mayormente víctimas de castigo físico y está el tema del reclutamiento”, por parte de crimen organizado.
Advirtió que “las violencias, generalmente están relacionadas. Las NNA no sufren sólo agresiones físicas y sexuales, también viven la sicológica”, y ello se agudiza “cuando en el entorno se normaliza la violencia”. En esas circunstancias, el mensaje que recibe un NNA es que “no es importante, que no tiene dignidad, que lo mereció”.
El adultocentrismo y el heteropatriarcado “sustentan” esos tratos agresivos, y hacerles sentir a los NNA que solo pueden participar cuando un adulto le otorga la posibilidad de hacerlo, los hace más susceptibles a no alzar la voz en ninguna circunstancia, incluso cuando son víctimas de agresiones. “Querer NNA obedientes, que respondan a la autoridad de una persona adulta, nos lleva a generar víctimas de distintas formas de violencia”.