El presidente Joe Biden no pierde oportunidad para presumir su muy peculiar estilo de “fomentar la paz” en Ucrania: miles de millones de dólares (cuando menos 30 mil, oficialmente, desde el inicio del conflicto (jugosísimo negocio para las empresas de la industria militar gringa). Así es: armas y más armas (“entrenamiento” y “asesoría” a las tropas del país invadido, amén de logista e inteligencia se contabilizan aparte), que bien a bien nadie tiene claridad dónde están, toda vez que aumentan las denuncias sobre el creciente mercado negro … de armas provenientes de las “naciones amigas”.
Además, las armas y “apoyos financieros” que de forma oficial han entregado los “líderes” de la Unión Europea (que se han ganado el creciente rechazo de sus respectivos ciudadanos, porque son ellos quienes pagan las sanciones contra Rusia) para el mismo fin. Por demás está decir que todo el tinglado de la OTAN está al servicio no del país invadido, sino en contra de Rusia.
Para dimensionar la “ayuda” militar estadunidense a Ucrania hay que mencionar que esos 30 mil millones de dólares equivalen al 20 por ciento del producto interno bruto de dicha nación europea, de acuerdo con las cifras del banco Mundial, pero también representan el 90 por ciento del PIB de Letonia, el 100 por ciento del de Estonia y el 150 por ciento del correspondiente a Islandia (las tres naciones forman parte de la OTAN).
A grandes rasgos en eso consiste el peculiar estilo del presidente estadunidense de “fomentar la paz”: Ucrania pone los muertos, los ciudadanos europeos pagan las estupideces cometidas por sus “líderes” (quienes, en calidad de perritos falderos de Estados Unidos, también “fomentan la paz”), pues han generado crisis tras crisis (energética, inflacionaria, alimentaria, etcétera), la ONU se mantiene en el éter y Washington controla, atiza y maneja la guerra, como si fuera video juego, a 8 mil kilómetros de distancia sin que a la fecha haya muerto uno de los suyos.
Por cierto, el chiste de la semana es cortesía del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien asegura que esta alianza militar “no es parte del conflicto en Ucrania”, y lo comprueba con el hecho de que se han destinado miles y miles de millones de dólares en armamento, más “asesorías”, “entrenamientos” y demás que solo atizan la guerra … en Ucrania.
Pero Stoltenberg también envió un atento mensaje a Zelensky (quien ayer firmó la “solicitud de adhesión acelerada” de su país para ingresar a la OTAN): la alianza militar atlántica “actualmente no puede aceptar la incorporación de Ucrania, porque esta decisión debe ser tomada con la aprobación de los 30 países miembros”, es decir, “te apoyamos”, hacemos jugosos negocios en tu nombre, pero no te queremos en el club.
Y en esta puesta en escena no podía faltar Joe Biden (quien ya no recuerda quién vive y quién muere en la clase política de su país, amén de que todo el día habla con fantasmas): “quiero ser muy claro, porque Estados Unidos nunca, nunca, nunca reconocerá las reivindicaciones de Rusia sobre el territorio soberano de Ucrania; los llamados referendos fueron una farsa absoluta, los resultados fueron orquestados en Moscú”, en referencia a la incorporación a Rusia de las repúblicas de Donietsk y Lugansk, más las provincias de Jersón y Zaporiyia.
Doblemente tardía la declaración de Biden: primero, porque Estados Unidos debió preocuparse por y denunciar las masacres ordenas por Kiev desde 2014, cuando los neonazis toman el poder, y de forma permanente desde entonces, en contra de la población civil de las citadas repúblicas y provincias; y segundo, porque, tras los respectivos referendos (llevados a cabo los pasados 23 y 27 de septiembre), éstas ayer oficialmente se incorporaron a Rusia y Vladímir Putin firmó los tratados de adhesión conducentes, no sin subrayar que la decisión se tomó “de conformidad con los principios y normas del derecho internacional generalmente reconocidos” y corresponde “a la voluntad de millones de personas, pues se trata de un derecho inalienable consagrado en el artículo 1 de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, que refiere explícitamente la igualdad de derechos y la autodeterminación de los pueblos”. Así, como lo advirtió el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, “las autoridades rusas considerarán los ataques de Ucrania a los nuevos territorios rusos como una agresión contra Rusia”.
Las rebanadas del pastel
¿Y lo de Loret y su Guacamaya? Qué hueva, de plano.