Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció el acuerdo con su homólogo cubano Miguel Díaz-Canel para que médicos cubanos vinieran a prestar sus servicios en México, ardió Troya. Se desató una campaña de mentiras y calumnias sin límites contra los profesionales cubanos proferidas por políticos, mayormente del Partido Acción Nacional(PAN), intelectuales orgánicos del antiguo régimen y medios rabiosamente opositores, que son la gran mayoría. Según ellos de la isla vendrían “supuestos” médicos, espías, adoctrinadores.
Pusieron en duda su competencia profesional y hasta la validez de sus títulos, dijeron que venían a arrebatar el trabajo a médicos mexicanos. Como si desde hace muchos años no existiera un reconocimiento de la comunidad médica y las agencias especializadas internacionales hacia el rotundo éxito y las prácticas éticas del sistema de salud, de las ciencias médicas y de la cooperación médica que presta Cuba en la actualidad a 59 naciones.
En un país donde estamos acostumbrados a la mendacidad más vulgar y soez de los políticos de derecha y de la inmensa mayoría de los medios contra los dichos y hechos de AMLO y del gobierno de la 4T, llegó a asombrar la impudicia de la campaña contra la eventual llegada de los médicos cubanos. Más aun cuando en México la derecha –salvo la más extremista- no es amiga del ataque desembozado contra Cuba pues cuando lo ha hecho no le ha ido bien.
No faltó la canallesca acusaron, copia del discurso del Departamento de Estado de Estados Unidos y de la contrarrevolución de Miami, de que la colaboración médica que brinda el gobierno cubano equivale a tráfico humano y explotación de los profesionales. Muy destacado en el activismo contra los médicos de la isla ha sido el senador del PAN Julien Rementería, a su vez conectado con Orlando Gutiérrez Boronat, quien ha pedido la invasión de Cuba por las fuerzas armadas de Estados Unidos.
Boronat es líder del llamado Directorio Democrático Cubano, radicado en Miami y financiado por el National Endowment for Democracy(NED), reconocida pantalla de la CIA. Para qué tanta faramalla si al fin y al cabo serán sus pacientes en México, quiénes con más autoridad juzguen a los médicos cubanos. No me cabe duda que una vez más la derecha quedará vestida y con crespos sin ir a la fiesta pues sé perfectamente la cosecha de nobleza y buenas prácticas que dejan los médicos cubanos en todas partes.
Ya se ha visto en México cuando una brigada médica de la isla estuvo 40 días atendiendo decenas de miles de pacientes en el Istmo de Tehuantepec después del sismo de septiembre de 2017, y dejó tras de si una ola de cariño y admiración por su comportamiento ejemplar. De la misma manera que los cientos de doctores cubanos que trabajaron codo a codo con sus colegas mexicanos en la atención de pacientes de la covid-19 en los momentos más dramáticos de la pandemia.
Ahora la buena noticia es que ya han llegado 270 especialistas cubanos a trabajar en IMSS Bienestar. Ubicados 92 en Nayarit, 52 en Colima, 38 en Oaxaca, 10 en Zacatecas, 48 en Campeche, 15 en Sonora(Cananea), 10 en Baja California Sur y 2 en labores de coordinación de la brigada a escala federal. Como es conocido, se libró una convocatoria para cubrir plazas de especialistas en IMSS Bienestar y miles no fueron ocupadas. De modo que ningún médico mexicano ha sido ni será desplazado por un colega cubano.
El convenio entre los dos países sobre el trabajo de los cubanos en México se observa con el mayor rigor. Su base es el contrato voluntario que firma cada profesional de la isla. Los cubanos asisten a un curso de inducción de tres días al arribar a los estados y luego, al llegar a los hospitales, pasan por una etapa de familiarización con los protocolos clínicos, el funcionamiento y la organización. En ningún caso atienden pacientes hasta recibir la reválida de sus títulos de médicos y especialistas por la Secretaría de Educación Pública, así como su cédula profesional.
En la etapa de mayor delirio de la campaña anticubana, un médico presentado como eminente por un conocido conductor de televisión afirmó olímpicamente que la vacuna cubana Abdala, por cierto, ya aprobada por Cofepris para su uso de emergencia, aun no había concluido el protocolo clínico, cuando en Cuba y otros países ya se habían aplicado millones de dosis y comprobado su capacidad de producir anticuerpos contra la variante Omicron en el ciento por ciento de los casos.
Cuba, que combatió la pandemia con recursos y vacunas propias en medio de una cuel guerra económica sin precedentes, muestra una taza de letalidad de 0.81 por ciento en pacientes de covid-19, contra 1.53 mundial y 1.86 en las Américas y registra 97.8 por ciento de paciente recuperados en una lista seleccionada de diez países.
La isla envió 58 brigadas médicas a 42 países y territorios para ayudar al combate de la enfermedad. “Los éxitos de Cuba son el producto de una priorización de salud al más alto nivel y de un compromiso admirable de sus autoridades, los profesionales de la salud cubanos y la población que también se responsabiliza por su propia salud y la de sus comunidades", ha afirmado la Directora de la Organización Panamericana de la Salud, Carissa Etienne.
A su vez, la doctora Margaret Chan, directora hasta 2017 de la Organización Mundial de la Salud ha dicho: Cuba no está comprometida solo con la salud de su pueblo, sino con la de la región y otras partes del mundo gracias a la solidaridad.