París. Decenas de miles de personas salieron ayer a las calles en Francia para protestar por el acelerado aumento del costo de la vida y contra una impopular reforma de las pensiones que el gobierno del presidente Emmanuel Macron aplazó varias semanas en espera de lograr un acuerdo.
Horas después de que comenzaron las movilizaciones, el Ejecutivo confirmó su intención de poner en marcha en 2023 su polémica reforma que prevé retrasar la edad de jubilación de 62 a 65 años. Parte de las marchas en esta capital degeneró en disturbios de los que resultaron decenas de detenidos.
Los sindicatos CGT, FSU y Solidaires convocaron a una jornada pública y masiva para exigir un alza al salario y advertir que la gente “no quiere trabajar más tiempo”. Unas 40 mil personas, según los organizadores, participaron en la protesta en París, incluidos miembros del movimiento de chalecos amarillos.
También hubo protestas en Marsella y Nantes, entre otras ciudades francesas.
La manifestación en París fue pacífica hasta que individuos rompieron ventanas de bancos y pintaron las paradas de autobús. Cuando las columnas estaban a punto de llegar a su destino final –la Plaza de la Bastilla– estallaron los primeros enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. Jóvenes arrojaron botellas y bombas de humo contra las fuerzas del orden, y agentes arrestaron a decenas de manifestantes, de acuerdo con el canal Euronews.
El portavoz del gobierno, Olivier Véran, apuntó que la reforma, un proyecto “difícil”, entrará en vigor el verano próximo. Recordó que es un objetivo fundamental para el gobierno de Macron elevar la edad de jubilación a los 65 y agregó que a esta medida la acompaña la promesa de un mínimo de mil 100 euros de pensión. “Si no reformamos las pensiones, no podemos invertir en educación y salud”, advirtió Véran.