El compositor Antonio Juan-Marcos y la escritora Mónica Lavín unieron sus plumas para concebir la carga emocional de los sonidos y las palabras. Juntos dan voz al gozo, la tristeza y la sabiduría de sor Juana Inés de la Cruz en la ópera La sed de los cometas, que tendrá su estreno mundial hoy en la sala Nezahualcóyotl e inaugura el Festival CulturaUNAM.
“Tanto la música como las palabras tienen que hacer sentir sin explicar al espectador cómo debe relacionarse”, coinciden los creadores en entrevista.
En 1680, el cielo de la Nueva España se vio surcado por el brillo del cometa Kirch, un asombro de la naturaleza. El fenómeno provocó una discusión entre el pensamiento racional y el religioso que lo vieron como presagio del mal. En medio, entre la ciencia y la fe, estaba sor Juana. “Quería tomar el punto de conflicto de toda su vida: cómo hacer para estar en el silencio sosegado de los libros; es decir, ser una estudiosa”, apuntó Lavín.
“La sed de los cometas me parecía la sed de una época, la sed de una mujer, la sed del saber y que nunca se puede apagar”. Al iniciar la aventura de escribir el libreto, lo primero que surgió fue el título.
La ópera es un género que parece perdido, “significa poder contar una historia mediante el sonido; para mí, eso es nuevo”, agregó Juan-Marcos. “Un estreno justamente es como un cometa: pasa fugaz y quién sabe cuándo lo volverás a ver, no sabes qué destino le espera”.
Describe: “En la composición contemporánea he estado muy seducido por cuestiones del timbre, de las texturas, las atmósferas, recrear colores. He estado muy interesado en la exploración de fonemas, jugar con el sonido de las palabras”.
En su caso, la literatura es la otra cara de la moneda. El músico ha trabajado con las obras de Juan Rulfo y Octavio Paz. “Siempre me gustó leer, pero a través de los ojos de un compositor. Cuando pienso en Rulfo, pienso en murmullos, en atmósferas, en sonidos susurrados”.
La novela Yo, la peor, de Lavín, fue la razón por la que el compositor mexicano la invitó a unirse en la colaboración para la obra comisionada por la Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desde 2019. “Quisiera dejar a sor Juana, pero sor Juana no me deja, felizmente”, declaró la autora mexicana, quien en su novela, publicada en 2009, abordó con visión intimista y polifónica la vida de la monja y célebre poeta novohispana.
Sobre el reto de escribir juntos este, su primer libreto, consideró que aprendió a contar para la escena y la música, donde el compositor lleva el trabajo más fuerte, pues es el vehículo para que las palabras posean su temperatura emocional. “Yo tenía muchas palabras”, relata. Pensó en un principio en diálogos para teatro, pero al lado de Antonio comprendió que es necesario contener, ya que la música es la que dice, y hay que dejar lo esencial en el libreto. “Es un privilegio estar cerca de un trabajo tan complejo como el del compositor. Marca mi relación con la música”.
La Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata (Ojuem) será dirigida por José Areán, con Rodrigo Cadet al frente del Coro de Madrigalistas de Bellas Artes y dirección escénica de Belén Aguilar.
Antonio Juan-Marcos, profesor en la Universidad de California en Berkeley, explicó que era más importante expresar los espacios emocionales de los personajes que de la época virreinal. “Pero también lo que las palabras dejan en entredicho, porque en toda buena literatura hay entrelíneas que el lector intuye; más en una situación donde hay economía del lenguaje. La música también tiene esa función”.
En la composición hay sutiles referencias a la época. “Trato de tener una especie de lenguaje abierto. Si bien las estructuras son contemporáneas, puedo dialogar e incorporar elementos del barroco. Por ejemplo, como un villancico de Manuel de Sumaya que está reorquestado y alterado, al igual que cantos gregorianos, motivos melódicos que se atribuyen a la cruz; había esa relación con el apellido de sor Juana. Sí hay diálogos del pasado, pero los incorporo en mi lenguaje musical”.
Los elementos de la naturaleza juegan un papel importante, pues en los tres actos se abordan la erupción del Popocatépetl en su infancia; el eclipse total de Sol, cuando sor Juana ya estaba en el convento de San Jerónimo; la inundación de la Ciudad de México, y el incendio del palacio de los Virreyes, durante el motín de 1692, al final de su vida.
En las dos funciones de la obra, hoy y el 2 de octubre, sor Juana será interpretada por la soprano Cecilia Eguiarte, mientras las mezzosopranos Frida Portillo y Araceli Pérez Martínez personifican a la virreina María Luisa Manrique y a Juana de San José, esclava de sor Juana, en ese orden. En las voces masculinas participan el tenor Enrique Guzmán, como Carlos de Sigüenza y Góngora, mientras el barítono Rodrigo Urrutia será Antonio Núñez de Miranda, confesor de sor Juana.