El gran reto de Américo Villarreal Anaya consiste en alejarse lo más posible del estilo mafioso de cogobierno (sometimiento, en muchos casos) que políticos de los partidos Revolucionario Institucional y, en el sexenio que está por terminar, de Acción Nacional, han sostenido con los poderosos y vengativos cárteles del crimen organizado asentados en Tamaulipas.
No le será fácil al médico cardiólogo de 64 años sustraerse a la realidad dominante de esa entidad que es señalada casi como una tierra sin ley, una de las más peligrosas del país. De entrada, el saliente Francisco Javier García Cabeza de Vaca le ha obstruido, a extremos incluso inusuales en otras transiciones de poder público entre bandos sumamente confrontados, el asomo oportuno a los archivos, activos, mandos y controles del aparato gubernamental estatal, con candados especiales en materias delicadas.
Pero el propio Villarreal ha sido tocado, cargado o afectado (ya se irá viendo) por referencias de presuntos acercamientos o entendimientos con esos factores del crimen organizado que siempre están prestos para encontrar vías de acceso a candidatos o miembros relevantes de los equipos de campaña para hacer aportaciones económicas o dar ayudas de presión o disuasión sociales, según se necesiten, a cambio de posteriores periodos de benevolencia a sus negocios delictivos.
El Partido Acción Nacional, y con enjundia personal el gobernador saliente, Cabeza de Vaca, han pretendido frenar la validación del triunfo electoral del morenista Villarreal mediante alegatos que incluyen el de presuntos apoyos de la delincuencia organizada a la campaña del hijo de quien fue gobernador priísta de 1987 a 1993, como parte de la tecnocracia impulsada por Miguel de la Madrid, quien antes lo había hecho senador por Tamaulipas.
Resultó paradójico que Cabeza de Vaca acusara de colusión con el narcotráfico y asuntos similares a Américo Villarreal, dado que el propio panista ha estado largamente acusado de graves hechos de corrupción, propios de un cártel de saqueo presupuestal y colusión con esos poderes fácticos dominantes, a tal grado que por hechos de escala menor fue desaforado en la cámara federal de diputados, pero salvado por la estatal, en un rudo forcejeo jurídico y político que podrá reanudar la fase de las órdenes de aprehensión en cuanto el panista deje de ser gobernador.
En abierta desesperación, Cabeza de Vaca intentó encarcelar a Villarreal mediante acusaciones procesadas en la jurisdicción local, lo que llevó al morenista a un extraño zigzagueo “táctico” de regreso al Senado e inmediato desistimiento. A fin de cuentas, los magistrados electorales federales dieron visto bueno a la victoria electoral del candidato de Morena, quien tomará posesión del cargo este sábado.
En el camino, pero no necesariamente sepultadas, quedan algunas acusaciones relacionadas con presuntos financiamientos delictivos de campañas morenistas, entre ellas la de Tamaulipas. En ese tenor se ha señalado el caso del empresario, presuntamente huachicolero, Sergio Carmona Angulo, asesinado el pasado 22 de noviembre en Nuevo León, y también se ha mencionado una reunión de Villarreal con el senador zacatecano José Narro y un empresario al que señalan también en negocios oscuros, Gerardo Teodoro Vázquez Barrera, alias el Gerry, encuentro en cuyo contexto desaparecieron dos marinos.
Y, mientras Jesús Murillo Karam ha obtenido una suspensión judicial definitiva para no ser sujeto a proceso penal, aunque aún puede recurrir a segunda instancia la Fiscalía General de la República, con Alejandro Gertz como más que sospechoso fiscal ineficaz en expedientes clave, en tanto (¡oh, ironías!) hoy dan conferencia de prensa los integrantes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, que podrían dejar de colaborar en la investigación del caso Iguala por no tener condiciones adecuadas para su trabajo, ¡hasta mañana!
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