Seúl. Corea del Norte disparó dos misiles balísticos este jueves, unas horas después de que la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, abandonara Corea del Sur, donde recorrió la Zona Desmilitarizada, fuertemente fortificada, que divide la península.
Es el tercer lanzamiento de Pyongyang en menos de una semana, que se suma a la serie récord de ensayos armamentísticos de este año.
Kamala Harris se desplazó este jueves a la zona desmilitarizada en la frontera entre Corea del Sur y Corea del Norte como parte de un viaje para estrechar la alianza de seguridad entre Washington y Seúl.
En los días previos a la visita de Harris a este importante aliado de Asia Oriental, Corea del Norte realizó dos pruebas de misiles, una de ellas en la víspera.
En un puesto de observación en lo alto de una colina, Harris observó con binoculares el terreno fronterizo norcoreano mientras soldados surcoreanos y estadounidenses le mostraban las características de la zona, incluidas las defensas.
"Está tan cerca", afirmó la vicepresidenta.
La número dos de la administración de Joe Biden también visitó el Pueblo de la Tregua de Panmunjom, donde se reunieron en 2019 el entonces presidente estadounidense Donald Trump con el líder norcoreano Kim Jong Un, y habló con los soldados estadounidenses apostados en el Área de Seguridad Conjunta cerca de la frontera.
En el lado septentrional de la frontera se podían ver a guardias con trajes de protección.
— Compromiso "invulnerable" con Seúl -
Hablando en la zona desmilitarizada (DMZ) que separa estos dos países técnicamente en guerra, Harris dijo que los soldados estadounidenses y surcoreanos "sirven hombro con hombro (…) para mantener la seguridad y la estabilidad de esta región".
También aseguró que el compromiso de Washington en la defensa de Corea del Sur era "invulnerable" y que ambos aliados estaban "alineados" en su respuesta a la creciente amenaza de los programas armamentísticos del Norte.
Los dos socios quieren "la completa desnuclearización de la península de Corea" pero mientras están "preparados para enfrentar cualquier contingencia", añadió.
Seúl dijo el jueves que sus militares "reforzaron el control y la vigilancia" después del lanzamiento, que también fue confirmado por Tokio.
"Los repetidos lanzamientos de misiles balísticos de Corea del Norte no pueden ser tolerados nunca", dijo el ministro de Defensa japonés, Yasukazu Hamada.
Estados Unidos tiene unos 28.500 soldados en Corea del Sur para ayudar a proteger al país del vecino septentrional. Esta semana ambos aliados realizarán ejercicios navales conjuntos para demostrar su fuerza.
La vicepresidenta también denunció "la brutal dictadura, las flagrantes violaciones de derechos humanos y el programa de armas ilegal" de Corea del Norte.
La vicepresidenta estadounidense viajó a Seúl después de asistir en Tokio al funeral de Estado del asesinado ex primer ministro japonés Shinzo Abe.
Al llegar se reunió con el presidente surcoreano Yoon Suk-yeol con quien abordó asuntos de seguridad, pero también una nueva ley firmada por Biden que retira los subsidios a vehículos eléctricos construidos en el extranjero y que afecta a marcas surcoreanas como Hyundai y Kia.
Pruebas de armas nucleares
El aislado régimen comunista ha realizado seis pruebas de armas nucleares desde 2006, la última de ellas en 2017. A principios de mes modificó su doctrina para declarar "irreversible" su condición de potencia nuclear.
"La creciente amenaza de misiles nucleares de Corea del Norte provoca preocupación en Seúl sobre la fiabilidad de los compromisos de defensa de Washington", dijo Leif-Eric Easley, profesor de la Universidad Ewha de Seúl.
Pero el envío del portaaviones USS Ronald Reagan esta semana a Corea del Sur para las maniobras conjuntas demuestra la voluntad de Washington, añadió.
Desde la llegada al poder del presidente Yoon en mayo, ambos países han impulsado sus maniobras militares conjuntas. Aunque ellos defienden que son meramente defensivas, Pyongyang las contempla como ensayos para una invasión.
Durante su viaje, Harris también planteó la cuestión de que Corea del Sur y Japón trabajen de forma más estrecha en cuestiones de seguridad, a pesar de la conflictiva historia pasada entre estos dos aliados claves de Washington en Asia.