Ciudad de México. Conversar con la actriz Jacqueline Andere es viajar al pasado, a una “bonita época”, conocer anécdotas de reconocidos actores, directores y variopintos personajes, así como infinidad de proyectos en teatro, cine y televisión, pero sobre todo, ser testigo de la gran pasión hacia una carrera, forjada a base de arduo esfuerzo, talento, belleza y elegancia.
Convencida de que “el trabajo es la vida”, Andere continúa dando brillo a una trayectoria de 66 años, que comenzó en teatro experimental, mismo arte escénico donde actualmente se desenvuelve “y disfruta mucho su personaje” de Lola en la obra 100 metros cuadrados o el inconveniente, en la que comparte tablas con Ana Karina Guevara en el Centro Teatral Manolo Fábregas.
“También hice Teatro fantástico; Guillermo Aguilar era el príncipe en el programa de (Enrique Alonso) Cachirulo; fue un amigo muy querido. Ahí fui una princesa o hada”, recordó la actriz sobre sus inicios en la televisión, en la que recibió su primera gran oportunidad en la telenovela Vida por vida.
Huella en las telenovelas
En este medio su presencia ha sido constante y entre sus trabajos se recuerdan Corazón salvaje, El derecho de nacer, Cartas sin destino, Encrucijada, En busca del paraíso, Leyendas de México, La vecindad, Las momias de Guanajuato, Engáñame, La leona, La otra, Mi destino eres tú, Serafín, Angela, Mi querida Isabel, Alondra, El vuelo del águila y El maleficio, entre otras.
Andere, de 84 años de edad, en entrevista señaló: “Cuando uno hace lo que le gusta durante mucho tiempo, se acostumbra a estar activa, porque si no, sientes que no estás, que eres un mueble de la casa y eso no puede ser. El trabajo, para mí, es muy importante, mientras pueda” seguir activa.
Recordó: “Por la forma en que he llevado mi carrera y, sobre todo, cuando vivía mi marido (el director y escritor José María Fernández Unsain), si no tenía nada que hacer y andaba desesperada, él me decía ‘anda vamos a hacer una gira’; éramos dos, pero ahora tengo que decidir sobre mis cosas”.
Andere, comentó, que cuando no tiene llamado o actividad artística se dedica “a ver telenovelas como si fuera una tarea, para ver qué papel me hubiera quedado, pero, afortunadamente, no he visto ninguno, y así me siento menos mal”.
Sobre la escasez de papeles, que a determinada edad ya no llegan tan rápido, Andere comentó que “en Londres, donde hay mucho teatro, pero sí toman en cuenta a las señoras –bueno, quizá no tan mayores– como es el caso de Jane Fonda, quien es de mi edad y ahí está la mujer con gran actividad y programas”.
La actriz, quien ha ganado una veintena de premios, sostuvo: “Gracias a Dios, me tocó una época bonita, en todos los sentidos; mi sueño dorado fue ser actriz y se me cumplió tener una bonita carrera, que se consolidó poco a poco. Toqué muchas puertas, le hablaba a productores y llegaba a Televisa y preguntaba: ¿no tendrá algo para esta semana?, eso es lo que hacíamos entonces. Incluso había un cafecito en las instalaciones donde las actrices y los actores nos sentábamos a ver si alguien decía: ‘oye, tengo un papel para ti’”.
Incluso, Andere no batalló para ser tomada en cuenta, pues “tuve a un Ernesto Alonso que me quiso mucho, y yo lo adoré, lo veía como a un padre; además de Luis de Llano Palmer. Ambos eran personas decentes que sí veían el talento de la actriz que empezaba y le daban oportunidades; de ahí seguí hasta que llegue a ser protagonista absoluta”.
“Lo más importante es sostenerse”
Con el paso del tiempo, Jacqueline Andere aprendió que “lo importante es llegar, pero lo es más sostenerse; tan es así que en plena pandemia hice la telenovela La mexicana y el güero. Si pongo en una balanza todo lo bueno y lo malo, se inclina hacia lo primero. Todo cuesta trabajo y la vida ha sido buena conmigo, pero tienes que llegar, dedicarte, aprenderte el papel; además, cuando empecé no había el maravilloso apuntador… eran unos sustos; imagínate si se tienen que grabar 30 escenas de una telenovela”.
Eso sí, enfatizó Andere, “yo no soy de Twitter ni de nada, sólo si me escriben en WhatsApp, pero a veces ni lo abro; les digo, si tengo un teléfono en mi casa y tienen el número, qué les cuesta marcar”, comentó entre risas.
Ahora desea “seguir en teatro y esperar si surge una telenovela para el próximo año; en cine no tengo mucha suerte y me encantaría hacerlo, pero no me han llamado”.
A propósito del séptimo arte, recordó su debut en la película Vestida de novia, y apenas un año después, en 1962, formó parte del elenco multiestelar de la inmortal cinta El ángel exterminador, de Luis Buñuel, actuación por la que obtuvo la Diosa de Plata a mejor actriz coprotagónica.
Sin embargo, con Yesenia, de Alfredo B. Crevenna tuvo “un éxito impresionante en Rusia y gracias a esta cinta he ido cinco veces a China, cuatro de ellas por cuenta de ese país; incluso me llaman todavía y me han contado que la ponen cada año”.
Acerca de su innato aprendizaje en el medio artístico recordó: “Aprendí trabajando con primeras actrices, como Carmen Montejo, Amparo Rivelles, María Teresa Rivas y Ofelia Guilmáin, a quienes veía, mientras yo hacía papelitos en las novelas. En La leona, estuve con Rivelles y Guillermo Murray recién desempacado de Argentina. Era el hombre más guapo que había visto en mi vida; estaba hecho a mano”. A su memoria también llegaron las figuras de Julio Alemán y Joaquín Cordero.
De las “casi 60 obras de teatro” en que ha participado, comentó, que empezó con Romeo y Julieta a los 17 años de edad; después apareció en su vida La vidente, a la que siguieron Corona de sombras, en la que interpretó a la emperatriz Carlota; el musical Can-can y en 1983 en Un tranvía llamado deseo, en la que realizó una soberbia Blanche DuBois, además de Las arpías, Entre mujeres, La fierecilla domada y Mujeres de ceniza, por mencionar algunos montajes, pues en el arte escénico “no he parado nunca”.
Ahora, Jacqueline Andere está enfocada en la obra 100 metros cuadrados o el inconveniente, de Juan Carlos Rubio, en la cual quiere estar “el tiempo que se necesite y mientras estemos en cartelera”.
La historia cuenta el “enfrentamiento” de Lola y Sara, dos mujeres en apariencia distintas a quienes une un departamento. La primera lo quiere vender, la segunda desea comprarlo. Ese departamento que el agente inmobiliario ofrece a Sara reúne todas las características que ella desea: bajo precio, amplitud, luz y una hermosa vista. Tan sólo presenta un pequeño “inconveniente” Lola, la dueña, quien deberá vivir en él hasta el día de su fallecimiento.
El actor Mauricio Galaz completa el reparto de este montaje, divertido y conmovedor, dirigido por Manuel González Gil, con producción de Mejor Teatro y Morris Gilbert, el cual se presenta en el recinto de la colonia San Rafael, con funciones de viernes a domingo.