Puerto Príncipe. La capital de Haití permaneció ayer paralizada por segunda jornada consecutiva, ante el llamado a huelga general del Frente Unido de Transportistas y Trabajadores de Haití y de la Asociación de Propietarios y Choferes.
El transporte colectivo, comercio y las instituciones privadas y públicas no operaban con normalidad, y eran notorios restos de barricadas en avenidas, además de una fuerte presencia policial. “Tuve que caminar más de dos kilómetros para llegar, porque necesitaba visitar a mis familiares”, dijo a Sputnik Marie Paule, de 40 años, que trabaja en una de las fábricas de tejido que cerraron por el llamado a huelga.
Sólo algunos pequeños negocios formales abrieron y motocicletas circulan por las avenidas vacías.
La víspera la escena fue similar en Puerto Príncipe, aunque en comunas como Carrefour, en la salida sur de la capital y Gonaïves se registraron masivas movilizaciones que exigieron la renuncia del primer ministro, Ariel Henry. El paro de los sindicatos reclama la revocación del aumento del precio de los combustibles, luego que el gobierno duplicó el costo de la gasolina e incrementó hasta 89 por ciento el del diésel en medio de la profunda crisis económica.
El anuncio de las autoridades avivó la furia de los ciudadanos que protestaron dos semanas y saquearon instituciones públicas, humanitarias, iglesias y escuelas. El primer ministro, Ariel Henry, exhortó a la calma, sin embargo, la situación continúa tensa en el país.
Reportan fuga de 145 reos de la cárcel civil de Cabaret
En este contexto, la Federación de Organizaciones en Defensa de los Derechos Humanos denunció que 145 prisioneros escaparon de la cárcel civil de Cabaret la semana pasada y las autoridades aún no han abierto una investigación.
La plataforma de derechos humanos deploró que en Cabaret cientos de mujeres son encarceladas de manera arbitraria y sólo 35 de las 252 detenidas fueron condenadas.
A mediados de agosto, la Oficina Integrada de Naciones Unidas en Haití denunció que el empeoramiento de la situación de las prisiones y su hacinamiento han provocado que los detenidos se encuentren en condiciones casi de tortura, con sólo poco más del espacio que ocupa una silla para sobrevivir.
Con tasas de ocupación de 401 por ciento, cuatro veces su capacidad máxima, los reclusos sólo tienen 0.24 metros cuadrados, poco más que la superficie de una silla, y apenas tienen acceso a una comida al día, dijo el organismo en un comunicado.