Contar con un ingreso mínimo para vivir es un acto de justicia. El gobierno ha logrado buenos resultados con la pensión a adultos mayores, uno de los grupos de edad más necesitados.
Sin embargo, la distribución de recursos a personas ubicadas en zonas marginadas no se ha logrado del todo. El Coneval señala que siete de cada 10 personas de 65 años o más contaban con una pensión o recursos de algún programa social en 2018.
El principal problema no es la falta de dinero, sino de canales adecuados para entregarlo en regiones de difícil acceso o dominadas por grupos delictivos. En el sexenio se han realizado inversiones para abrir sucursales del Banco del Bienestar en zonas marginadas. Sin embargo, estos esfuerzos no han sido suficientes ni bien canalizados por la problemática social y la orografía del país.
Abrir una sucursal bancaria implica la construcción de oficinas seguras, de cajeros, de computadoras, de contratación de personal y demás bienes y servicios básicos. Esta infraestructura cuesta mucho dinero que nunca se recuperará.
Las experiencias de otras naciones, entre las que destaca China, son ejemplo para solucionar esta problemática. En lugar de crear una infraestructura física en cada comunidad, lo que hicieron es la inclusión financiera virtual de la población. A través de un celular o de tarjetas de débito se depositan los recursos y las operaciones se realizan a través de transferencias electrónicas.
El sistema financiero y monetario a nivel internacional evoluciona hacia las operaciones virtuales. En el caso de México, en lugar de gastar dinero en sucursales inseguras y de difícil acceso para entregar dinero en efectivo, se integrará paulatinamente a los más pobres por medio de transferencias electrónicas. Con ello, aumenta la certidumbre y la seguridad en el manejo de los recursos para que lleguen a los más necesitados.
Este plan ya está contemplado en el programa Internet para todos que operará con cobertura nacional y ofrecerá acceso a telefonía celular y a servicios financieros.
El problema es que todavía falta realizar inversiones multimillonarias en tecnología para llegar a todos los rincones del país. Cuando se logre este propósito, el país avanzará sustancialmente en materia de justicia social al llegar los recursos mínimos necesarios para sobrevivir a los más necesitados.