De nueva cuenta el enfrentamiento, el choque de las oposiciones. Las propuestas encontradas y una diversidad de puntos de vista exigiendo que la columneta termine en cada ocasión el tema que inicia, reclamo tal lo exigen algunos cientos. Otros centenares opinaron que agote cada asunto hasta el mero final, aunque lo haga en capítulos (o entregas, se decía anteriormente). Como la columneta quiera, pero lo principal es que aborde los temas de la semana anterior que terminó 24 o 48 horas antes. Queremos comentarios, puntos de vista de lo que está sucediendo en nuestro momento, no crónicas de un pasado que ante lo que sucede actualmente ya no nos epata ni conmociona, opina así un amplio bloque de lectores. Hay, por supuesto, una ola extremista compuesta esencialmente por pertenecientes a la quinta y sexta edad que prefieren variedad de notas cortas o anécdotas interesantes que no se olviden y puedan amenizar las tertulias que en esas casas no tienen horarios. Y, finalmente, el resto considera que lo mejor que tiene la columneta es la longevidad y por mala retención que tenga, algo sabe que los contemporáneos no conocen. A veces tienen que recurrir a las memorias que al final de su sexenio los ex mandatarios encargan a sus intelectuales superorgánicos para que les escriban sus odiseas, aunque terminen siendo menos creíbles que las aventuras de Gulliver.
Que la columneta sea el arcón de los recuerdos, el antiguo evangelio, a veces priísta o gubernamental (¿son diferentes?) otras, insurrecto y protestatario. Que nos platique cuándo fue protagonista, actor de reparto, extra, figurante o simplemente oidor de primera mano de hechos, dichos y consecuencias. Estas justas exigencias son más que un trilema pero, la senectud aporta conocimiento o cuando menos mañas (manías, me corregiría mi madre: mañas los animales, manías las personas). Por eso la columneta se planteó dos vías de selección: o se convocaba a una encuesta nacional para tomar una decisión, sobre la base de que la mayoría manda o simplemente se consultaría a unos amigos cercanos, pero calificados y leales y que obligadamente tienen que leer los rollos de “Nosotros ya no somos los mismos”. En principio se consideró la primera opción, pero con los costos del INE significaría el final de la columneta y del diario.
Pero vamos directo a compartir algunas figuraciones sobre el encuentro del señor Presidente en ejercicio, con los cinco señores ex presidentes.
Él fue el primero en arribar: don Vicente Fox. Martita, con días de anticipación, había reservado la suite presidencial (¿o sería la nupcial?), y traído de Nueva York el más reconocido team en aplicación de la novedad del momento: no el make-up, si no el make-up no make-up, es decir el maquillaje sin maquillaje: piel suave, luminosa, hidratada, pero con aspecto del todo natural. Martita lo acostó a las 7:30 pm, cenó una manzana hervida y una delgada lonja de jamón. Le colocó unas rodajas de pepino fresco sobre los párpados y lo echó a dormir. Al día siguiente eran las 6:30 am cuando lo despertaron con un mínimo, pero nutritivo piscolabis. Le dieron un leve masaje y lo vistieron conservando el estilo tejano, pero ahora su pantalón era una mezcla de valiosa seda/lana y la camisola de seda pura. Sus botines de siempre ahora de un solo color y sin lombrices, comprados en los mundialmente famosos almacenes Harrods de Londres, pero fabricados en León, aunque a Martita le parecen más chic los londinenses. En fin, se puso su sombrero marca Ken Salazar y viajó al estacionamiento del Hotel de la Ciudad de México, que lo trasportó 200 metros hasta Palacio Nacional. A Martita nada se le escapa: ¿Qué tal si lo pretenden secuestrar?
Estas figuraciones continuarán. La próxima semana don Carlos Salinas llega a Palacio Nacional.
Tengo pendientes dos responsos laicos para Genaro Vásquez Colmenares y para Jorge Fons. Intentar palabras justas para ellos será mi forma de recordarlos y expresar mi homenaje.
Twitter: @ortiztejeda