Hoy están convocados a votar en el referendo sobre el Código de las Familias todos los electores cubanos; es decir, los de 16 años en adelante. Se trata de un ejercicio inédito, puesto que ningún otro país ha llevado a referendo una norma de esta naturaleza.
El código es un muy avanzado y revolucionario instrumento legislativo que, de ser aprobado, establecerá bases civilizatorias muy solidarias e inclusivas que normen la vida de las familias cubanas.
Antes de ser aprobado como ley por la Asamblea Nacional del Poder Popular, la iniciativa fue sometida a debate popular en los barrios con la participación de 6 millones 481 mil 200 electores, quienes realizaron más de 300 mil intervenciones, que propiciaron cambios a más de 49.15 por ciento de la propuesta. Previo a este paso, la norma fue objeto de un intenso trabajo de especialistas en temas familiares en muy diversas disciplinas de 47 instituciones y grupos sociales.
El código, ha enunciado el presidente Miguel Díaz-Canel, “tiene valores, actualiza y perfecciona las instituciones jurídicas, familiares, el parentesco, la obligación de dar alimento, el matrimonio, la unión de hecho, la filiación cualquiera que sea su origen, las relaciones parentales, la guarda y la protección y la autonomía progresiva.
Es una obra monumental por la cantidad de saberes y experiencias que lo conforman y por una singularidad maravillosa; convirtió el amor en ley, convirtió también el afecto en ley, y en eso nos recuerda una sentencia martiana. Martí decía: “Que el amor sea la moda. Que se marque al que no ame, para que la pena lo convierta”. Díaz-Canel también se refirió a personas “de doctrina, de fe”, que “con todo su derecho” no comparten la nueva ley, y los llamó a repensar “porque lamentablemente no han llegado a comprender que el código no niega sus derechos; lo que hace es proteger el tipo de familia que ellos defienden, pero también otros tipos de familias que existen”.
Cuba celebra este referendo en un momento de enormes carencias materiales, sometida a una guerra económica y mediática sin precedente por parte de Estados Unidos.
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