Monterrey, NL. La sequía y la necesidad de alimento que les ayude a almacenar grasa para sobrevivir en los próximos meses, hacen que cada vez sea más constante la presencia de osos negros en zonas urbanas, donde incluso llegan a convivir con humanos, un fenómeno que los investigadores consideran “una aberración”. Este incremento de vistas, sin embargo, no representa un alza en la cantidad de estos animales en el país.
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) señala que faltan estudios para saber el número preciso que hay, pero la norma oficial mexicana NOM 059 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) protege la especie desde 2010, pues está clasificada en peligro de extinción en México.
De acuerdo con el estudio Situación actual de los grandes depredadores (2019), en su capítulo “Manejo y conservación del oso negro”, hasta 2015 había entre 80 y 100 ejemplares en las 177 mil hectáreas del Parque Nacional Cumbres de Monterrey, es decir, una densidad de 0.052 por kilómetro cuadrado.
La cifra es mucho menor si se compara con otras zonas en el mundo que tienen presencia de osos negros, por ejemplo, en el Parque Nacional de Yosemite, en California, Estados Unidos, cuyas características y densidad son similares a las de Cumbres de Monterrey, donde se tienen contabilizados entre 800 y mil ejemplares de esta especie.
Es decir, hay 10 veces más en comparación a la que hay en la entidad, señala Rogelio Carrera Treviño, investigador de la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), con especialidad en grandes mamíferos y énfasis en ecología de grandes carnívoros en el norte de México.
Érik Cavazos, director de Protección Civil del estado, explicó que en verano se tienen tres o cuatro reportes de avistamientos de osos por semana; en el área metropolitana de Monterrey, las zonas con más presencia de esta especie van desde la cabecera municipal de Santiago, toda la zona de quintas que hay por la Carretera Nacional y las colonias que colindan con el Parque Nacional Cumbres de Monterrey, como Satélite, Mederos y las faldas de la sierra en el municipio de San Pedro Garza García, en los límites del Parque Ecológico Chipinque y hasta el Cañón de la Huasteca en SantaCatarina.
El incremento de reportes de osos negros en zonas urbanas es “una aberración”, explicó Rogelio Carrera Treviño, investigador de la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de la UANL, pues lo natural en esta especie sería mantenerse alejada de los humanos y al cambiar su naturaleza es aún más difícil predecir su comportamiento, lo cual podría resultar muy peligroso.
Ya no le temen al hombre
“Nos damos cuenta en los videos y fotos que suben a las redes sociales. Por ejemplo, hay gente interactuando con los osos, porque éstos ya están habituados, han cambiado su comportamiento natural. Ahora ya no sólo no le tienen miedo al hombre, sino que lo asocian con comida y esa es una combinación muy peligrosa”, manifestó.
Para Carrera Treviño, el incremento de esta presencia es atribuido a dos factores, primero, la época del año, pues durante el invierno el hábitat de la especie deja de producir su alimento, por lo que de manera natural estos buscan almacenar grasa en su cuerpo para sobrevivir los próximos meses y para ello se ven en la necesidad de consumir hasta 20 mil calorías al día, las cuales suelen buscar entre los humanos, por ser de más fácil acceso.
Dos oseznos juegan en las inmediaciones de la Facultad de Ciencias de Comunicación de la Universidad Autónoma de Nuevo León, ubicada en la colonia Mederos. Foto ‘La Jornada’.
El segundo motivo podría ser la sequía que padece el estado, pues al no llover, la flora que crece en el hábitat de este animal no produce los alimentos que requiere para vivir, por lo que otra vez se ven en la necesidad de buscar comida entre los asentamientos humanos, donde hay mucha presencia de lo que los biólogos llaman “atrayentes”.
“Cuando un oso está en un lugar en el que no debería, como es el caso de los que están deambulando en las calles, es que algo los atrajo. Se guían siempre por la nariz para encontrar su alimento y tienen uno de los olfatos más sensibles del mundo animal”, explicó Carrera Treviño.
“Un oso puede rastrear con su olfato incluso a cinco kilómetros de distancia”, así como otros atrayentes: basura, comida humana y de mascota, grasa, árboles frutales y desde luego el olor a carne asada, que es muy común en Monterrey.
Olfatean alimento gratis
“Para ellos significa alimento gratis, es más fácil obtenerla de un basurero que tener que cazar un venado, una presa nada fácil de atrapar”.
Pese a que los humanos interactúan con ellos e incluso los alimentan, esta especie sigue siendo el carnívoro más grande de México. “No obstante de que son muy raros los ataques de osos negros a humanos, entre tres y cinco personas fallecen cada año agredidas por los plantígrados en América del Norte”.
Agregó que los ataques más comunes a personas son de hembras protegiendo a sus crías; sin embargo, no son los únicos, también hay registros de ataques por motivos de depredación.
Manifestó que, en coordinación con Parques y Vida Silvestre, la Profepa y la Semarnat atienden los reportes de vecinos sobre la presencia de osos negros en sus colonias. “Se recomienda a la persona que los vio o por estar en su propiedad que no se acerque. Cuando llega la unidad (al punto de avistamiento) tenemos un grupo y una coordinación de acuerdo al protocolo de vida silvestre”, detalló.
Éste contempla dos posibilidades: si el animal se encuentra muy cerca del cerro, se le ayuda a regresar; si está más retirado de su hábitat natural, se le duerme con un sedante y se le reubica, ya sea en el municipio de Rayones o en la Sierra de Montemorelos.
En caso de que no corresponda a Nuevo León, o se encuentre herido y/o enfermo, se le traslada al zoológico para su rehabilitación. Si hay necesidad de reubicación, la Profepa deberá deliberar, en conjunto con otras dependencias, como Parques y Vida Silvestre de Nuevo León, cuál es el mejor lugar de liberación del ejemplar, tomando en cuenta su área de distribución natural.
Si el oso ya no está donde fue reportado, se acude al domicilio de donde se hizo la llamada y se dan recomendaciones a los vecinos para evitar la presencia de osos; por ejemplo, tener contenedores de basura sellados para que el animal no los pueda abrir y desde luego no darles de comer y mantenerse alejados en caso de volver a ver alguno.