Mientras los taurinos siguen a la espera de que alguien se atreva a contrademandar penalmente a juececitos demandantes de prohibiciones antojadizas a cargo de grupúsculos subvencionados, algunos empresarios-políticos se animan a hacer fiesta “contra viento y marea”. Uno de estos, Pedro Haces Barba, consideró que la reciente feria taurina que ofreció en Zacatecas “marcó un parteaguas”, es decir, un hito, una referencia trascendente y un ejemplo a seguir.
No muy competentes pero armados hasta los dientes, Ejército, Guardia Nacional y otras corporaciones igualmente confiables llegaron a Zacatecas portando lanzacohetes con el firme propósito de combatir, no de desaparecer, a la delincuencia organizada que impunemente aterra la desprotegida entidad, cuya amedrentada ciudadanía ha optado por refugiarse temprano en su casa ante una inseguridad sin precedente en calles y carreteras, donde distintas bandas se disputan territorios en una tierra carente de autoridades actuantes y eficaces.
Sin tomar en cuenta estos detalles, Don Bull Productions, una de las empresas del líder sindical Pedro Haces, también empresario taurino y ganadero de reses más o menos bravas, con los matadores en retiro Víctor Curro Leal, como gerente, y Manolo Mejía, como asesor, apoyado asimismo por el senador de Morena, Armando Guadiana, también empresario de toros y ganadero, cuyos pleitos con la dinastía Moreira en Coahuila desembocaron en la prohibición de la fiesta de toros en ese estado, y por José Aguirre, dinámico empresario de telecomunicaciones en la región, obtuvieron la concesión del serial taurino de la Feria Nacional de Zacatecas 2022.
Ninguno contaba con la impertinencia de un tal Jorge Rada, representante de Colecna, AC, un alucinado Colectivo Nacional Anticorrupción, alcahueteado por la jueza María Citlalli Vizcaya Zamudio, titular del juzgado segundo de distrito en el estado de Zacatecas quien, sin idea de lo que hacía, demandó al comité organizador y al patronato de la Feria Nacional de Zacatecas 2022, pero no a la empresa taurina responsable de dar los festejos. En cualquier caso, tan singular mancuerna no volvió a abrir la boca tras meter la improcedente e ignorada demanda.
Pero el daño estaba hecho, y ni el comité organizador ni la empresa de Haces informaron al público que los festejos se llevarían a cabo en las fechas anunciadas. Si a ello se añade una pobre publicidad de las corridas con la foto de los alternantes, carteles insulsos, que no hubo venta de abonos, los precios de entrada con un sobreprecio absurdo, que a diferencia de años anteriores los niños debieron pagar boleto, cambios de horario y que entre narcos y soldados el estado anda de cabeza, la afición apenas si acudió a la plaza en los 10 festejos.
Con el encierro más bravo de la feria, la novillada de Torrecillas, triunfaron el zacatecano César Pacheco, y con ganado de Pozohondo, también de la tierra, sus paisanos Antonio Romero y Platerito; Tarik Othón confirmó su potencial como rejoneador y lucidas actuaciones tuvieron El Chihuahua, Juan Pablo Llaguno, Miguel Aguilar, Juan Pablo Sánchez, Arturo Zaldívar y Armillita IV. El petardo mayor corrió a cargo del encierro de Los Ébanos, propiedad de Haces, no sólo por su mansedumbre sino porque quien supuestamente contaminó los bebederos de los corrales se “olvidó” de recoger el frasco del tranquilizante. Ya no se supo del curso de las investigaciones. Lo que sí se sabe es que a los militantes de Morena metidos a promotores les falta una ideología taurina más comprometida con la fiesta y más sensible con la afición, no con los amigos.