Ciudad de México. En los tres días de inspección en el Campo Militar número 1 (CM1), sobrevivientes y familiares de víctimas de la llamada guerra sucia, así como integrantes de la Comisión para la Verdad, encontraron indicios “creíbles” de que este centro castrense fue escenario “de crímenes de lesa humanidad y de violaciones gravísimas a los derechos humanos”. Los sitios considerados de interés están ubicados en la policía y prisión militar.
“Estamos hablando de reconocimientos de pisos, zoclos, ventanas, paisajes y subterráneo, que nos permiten iniciar un proceso de investigación a mayor profundidad y de mayor extensión dentro del campo militar y otras instalaciones militares”, indicó David Fernández Dávalos, del Mecanismo para el Esclarecimiento Histórico de la citada comisión.
En la conferencia de prensa en que se presentó el balance de lo realizado en estas jornadas de trabajo, Erasmo Cabañas Tavares, preso en este centro castrense en 1976 y 1977, narró que aunque hay cosas que ya no están, él particularmente logró identificar algunas. Reconoció “las escaleras, que esas aunque me llevaban vendado (cuando estuve detenido) sí las conozco porque tenían un tubular y ahí está igual de viejo. Tenía una ventanita (también), que un compañero que iba con nosotros la recordó y dijo: ‘¡la ventanita, la ventanita!’, y se fue por atrás, anduvo levantando cosas y levantó una puerta de fierro y ahí estaba la ventanita, que no se veía por dentro”, describió.
Señaló que se presume que había celdas subterráneas y por ello es necesario “cavar”. “Ahorita no hay nada, ahí hay un campo de frontón”, agregó.
Armando Otto Gaytán, secuestrado en el CM1 en 1979, admitió que después de 42 años no ha sido fácil reconocer las instalaciones con “un panorama que ha sufrido muchas transformaciones”.
Compartió que aunque trató de ubicar el sótano donde estuvo privado de su libertad, “no encontré los indicios”; sin embargo, “al subir a un edificio, un pequeño paisaje con carros resaltó a la mente luego, luego… Claro que el edificio está transformado, que no es el mismo, y no digo que ese es el espacio”, pero sí se podría investigar.
Sitios de interés
Félix Santana, secretario técnico de la Comisión para el Acceso a la Verdad, el Esclarecimiento Histórico e Impulso a la Justicia de violaciones graves a derechos humanos de 1965 a 1990, expuso que se realizaron actividades de reconocimiento en la Brigada de Fusileros Paracaidistas; la prisión militar; el primero y segundo batallones de policía militar; el cuartel general; el cuarto batallón de la policía militar, y las caballerizas del Estado Mayor de la Defensa (hoy primera Brigada de Infantería Independiente) y las del Estado Mayor (ahora planta de tratamiento de agua).
Afirmó que “en al menos dos se tienen identificados sitios de interés”, y precisó que “la comisión continuará sus ejercicios con análisis periciales y elementos científicos para determinar o no la existencia de estos elementos que se han encontrado, a partir de los testimonios e identificación de la documentación”.
Añadió que en estas primeras diligencias sin precedente también se pudo documentar indicios de otros dos espacios de interés y 25 testimonios de personas que sufrieron tortura y desaparición forzada. “La identificación de sitios fue acompañada del levantamiento de información con expertos criminalistas y de arquitectura forense”, expuso.
Visita exitosa
La visita al CM1 “ha sido exitosa para reivindicar el punto de vista de las víctimas, evidenciar que lo que han dicho ha sido verdad”, aseveró Fernández Dávalos. No obstante, reconoció que hubo algunas dificultades, entre ellas que la colaboración del Ejército “ha sido pasiva, es decir, abrieron sus puertas, nos dejaron entrar, y sin embargo no nos indicaron en ningún momento la historia de las edificaciones, los procedimientos que habían vivido… No pudimos tener una colaboración activa”.
Cabañas Tavares pidió al Ejército “abrirse más, que nos digan dónde están (nuestros desaparecidos) o dónde están las fosas clandestinas” donde los dejaron.
Esta lucha por la verdad y justicia “se debe a todos los desaparecidos, a todos los presos, los torturados, que aún seguimos en pie de lucha”, dijo Josefina Martínez y Rojas, viuda de Felipe Martínez Soriano, quien estuvo preso en el CM1 en 1977 y 1990.