Muy poco duró a los opositores a Morena y sus aliados la falsa fragancia de triunfo que presumían luego del monrealazo táctico con el cual se regresó a comisiones el dictamen de origen priísta que busca ampliar, hasta marzo de 2028, la participación de las fuerzas armadas en la Guardia Nacional.
Ayer, el verdemorenista Eduardo Ramírez Aguilar, presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales del Senado, anunció que se trabaja con el Partido Revolucionario Institucional en la integración de una propuesta conjunta que se presentaría como nuevo dictamen para su correspondiente votación.
Recuérdese que Ramírez Aguilar, autodenominado el Jaguar, es pieza política de Manuel Velasco Coello, el ex gobernador de Chiapas que a la vez se considera hermanado con Monreal. El Jaguar fue secretario general de Gobierno con Velasco y, a la hora de la sucesión de éste, simuló una rebelión “de las bases” en aquella entidad para negociar el apoyo final a la carta deseada por el obradorismo, Rutilio Escandón, cuñado de Adán Augusto López Hernández, quien sería gobernador de Tabasco antes de pasar a Bucareli.
Atención: ya no sería sólo el PRI el que se colgaría la medalla, como sucedió en San Lázaro, sino Morena, PRI y las bancadas partidistas que decidan sumarse, y el dictamen finalmente victorioso ya no sería el acordado por Palacio Nacional con la fracción diputadil de Alito Moreno, sino uno nuevo, promovido y acordado entre Adán Augusto López Hernández a nombre de ese Palacio, pero además y de manera protagónica, por Ricardo Monreal con el grupo priísta que lidera Miguel Ángel Osorio Chong.
El punto de encuentro de los intereses morenistas y priístas es clásico de la política mexicana: comisiones, revisiones y buenas intenciones (puras “iones”). Ya desde antes de la votación de este miércoles se hablaba de la oferta a los opositores para que cedieran su voto a cambio de que periódicamente los mandos de las secretarías de la Defensa Nacional, Marina y Seguridad y Protección Ciudadana informaran sobre avances y resultados en cuanto a la Guardia Nacional.
Esa oferta constituye la coartada ideal (“¡una victoria!”) para que ciertos opositores, como los priístas, si es que a partir de ahora se les puede seguir etiquetando así, se sumen a la aritmética necesitada por Morena. Ya se verá si la normatividad a aprobar realmente impone la soberanía del Senado sobre las fuerzas armadas. No es muy difícil adelantar la respuesta.
El otro anzuelo enviado y ya en proceso de aceptación “opositora” resulta más alcanzable: la definición de planes reales en busca de crear y consolidar la fuerza policial civil que en 2028 pueda relevar a las fuerzas armadas en la Guardia Nacional. Tales fueron los propósitos y compromisos en marzo de 2019, expresados en un artículo transitorio constitucional y nada se cumplió. Ahora, lo menos que pretenden los priístas “opositores” para doblarse es que les renueven con más condimento la promesa hacia 2028, aunque una vez más fuese a ser incumplida.
Monreal, mientras tanto, pretende arriesgar en una faena legislativa que ya sería exitosa si sólo quedara en la mayoría calificada con votos de Morena, sus aliados y el PRI. Aunque fuera en la rayita, la aprobación podría conseguirse. Pero el malquerido de Palacio ha anunciado que intentará la suerte torera mayor: una redacción alterna en la que converjan senadores de otros partidos.
La convocatoria a discutir y redactar una iniciativa nueva puede ser asumida por panistas, emecistas, pluralistas y los saldos del PRD en la medida en que implica la posibilidad de salvar cara y sumarse a una concesión a las fuerzas armadas a cambio de “compromisos” de rendición de cuentas y de planes policiacos de relevo a lo militar en 2028.
No sumarse a esta alternativa dejaría a PAN, MC, Grupo Plural y PRD en el aislamiento, con marca de derrota, cuando creían haber ganado este miércoles a partir de una retirada táctica morenista, luego de la cual el escenario les fue previsiblemente cambiado. ¡Hasta el próximo lunes!
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