Santiago. La derecha chilena está envalentonada y cada vez más deja en evidencia que de ninguna manera permitirá que un eventual nuevo proceso constituyente se realice en condiciones idénticas al que finalizó con la victoria del “rechazo” –62 por ciento de los votos versus 38 por ciento del “apruebo”– en el plebiscito del 4 de septiembre: esto es, una Convención cuya totalidad de integrantes sean electos por la ciudadanía, con participación de listas de independientes y con amplia representación de los pueblos-naciones originarias.
Tampoco la derecha está dispuesta a que, de iniciarse ese nuevo proceso, el mismo sea desde una “hoja en blanco”, vale decir, donde los redactores del articulado tengan libre albedrío para aprobar desde “cero”, sino que busca limitar la soberanía del poder constituyente.
Por el contrario, aquella parte de la derecha que dice estar dispuesta a reabrir el camino constitucional –porque hay una, la ultrapinochetista y/o fascistoide, que se niega rotundamente a ello– quiere que “especialistas” definan una suerte de marco teórico para limitar aquello que se pueda redactar, acotarlo a una suerte de “guía básica”.
“Un comité de expertos que nos faculte a redactar principios que guíen y que permitan limitar el trabajo de la redacción de una nueva Constitución”, resumió la presidenta de Evolución Política (Evopoli), Luz Poblete, al explicar lo acordado por los mandamases de la coalición Chile Vamos, integrada además por la Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN).
Las directivas derechistas sellaron un borrador que hoy pondrán sobre la mesa durante una reunión con el oficialismo acerca de la materia, de la cual el gobierno fue excluido.
Una línea roja de conversación
Según el secretario general de Renovación Nacional (RN), Diego Schalper, se trata de que haya “principios ordenadores, bordes que den tranquilidad a los chilenos, es una línea roja de conversación”.
La trampa radica en que dicho comité, según plantean, sería integrado conforme a la representación que las fuerzas políticas tienen en el Parlamento, donde la centroizquierda es minoría clara tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. De 155 diputados, las dos coaliciones que sustentan al gobierno (Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático) tienen sólo 67; mientras que, de 50 senadores, el oficialismo suma 19.
“El comité político o los especialistas deberían funcionar desde ya para orientar las modificaciones. Hemos dicho que los expertos debieran ser elegidos en proporción de las fuerzas que están en el Congreso”, declaró el presidente de RN, el senador Francisco Chahuán.
“No hay espacio para intentos refundacionales. Las hojas en blanco no tienen espacio en el trabajo que vamos a realizar. No hay espacio para imitar el mecanismo que originó una Convención fracasada que dividió a los chilenos”, agregó.
De concretarse lo de los expertos, queda pendiente saber si éstos tendrían similares atribuciones –voz y voto– que los delegados democráticamente electos.
Toda definición acerca de revivir el camino a una nueva Carta Magna en Chile pasa por la aprobación de una reforma constitucional con por al menos cuatro séptimos de ambas Cámaras.