El presidente Andrés Manuel López Obrador garantizó que se brindará la protección necesaria para la saxofonista oaxaqueña María Elena Ríos, quien hace tres años fue víctima de un ataque con ácido que le destrozó parte del rostro y el cuerpo. En su conferencia de prensa de ayer en Palacio Nacional, se preguntó al jefe del Ejecutivo federal sobre las denuncias de la artista, quien ha dicho que no le han brindado la protección prometida y que el proceso judicial contra sus agresores sigue impune en Oaxaca, donde se encuentra radicado.
“La recibió Rosa Icela Rodríguez (secretaria de Seguridad Pública), hablaron con ella y la van a seguir atendiendo”, afirmó el mandatario.
Sin embargo, se le hizo saber que Ríos –que en mayo pasado estuvo afuera de Palacio Nacional en demanda de audiencia con el Presidente– ha dicho que sólo cuenta con protección en Oaxaca y la Ciudad de México, pero no en otros puntos del país, pese a advertir amenazas de familiares de quienes ha señalado como sus agresores.
“Se le va a dar en todos lados, lo vemos. Aquí (en las mañaneras) se trató el tema, yo pedí que se le atendiera y luego me informaron, yo recibí el informe; y si no es así, hoy mismo lo voy a ver y la van a buscar para ayudarla. Sí se le está atendiendo, es la información que tengo, es la información que vamos a atender”, apuntó ayer López Obrador.
La saxofonista ha dado a conocer que no ha tenido ningún encuentro con Rosa Icela Rodríguez y ha demandado atención de las autoridades.
El 9 de septiembre de 2019, un hombre entró al establecimiento donde ella tenía una agencia de viajes en Huajuapan de León, Oaxaca, y le arrojó una cubeta con ácido sulfúrico en el rostro, lo que la dejó marcada en la cara y el cuerpo.
Ríos ha señalado como autor intelectual de esa agresión a Juan Vera Carrizal, ex diputado local por el PRI y empresario gasolinero actualmente detenido, con quien tuvo una relación sentimental; además del hijo de éste, quien continúa prófugo.
Como ha publicado en varias ocasiones La Jornada, desde entonces la saxofonista se ha enfrentado al reto de rehacer su vida con las huellas no sólo físicas, sino emocionales del ataque. Aunado a eso, ha sido víctima de violencia digital y hasta amenazas de familiares de sus agresores.