Fue una especie de victoria temporal, con pinta de reversión definitiva en pocos días. Ciertamente, los opositores a la ampliación del dominio militar en la Guardia Nacional pudieron frenar ayer en el Senado tal pretensión, dado que Morena y sus aliados, más sus compras recientísimas, no alcanzaban la mayoría calificada necesaria para modificaciones constitucionales, pero la marrullería monrealista de alargar el proceso legislativo, al regresar el dictamen a comisiones, regala tiempo de oro a los operadores 4T (con el secretario de Gobernación como pieza central, promisor y garante) que ya estaban ayer mismo a punto de completar la aritmética requerida y ahora tendrán un intervalo ideal para generar en el flanco opositor más deserciones incentivadas.
La resistencia opositora en el tema de la Guardia Nacional difícilmente soportará el peso de los intereses y las ambiciones. El primer ejemplo de esa precariedad lo dio el senador panista de Yucatán Raúl Paz, quien en cuestión de horas pasó de ser blanquiazul a guinda, con la entrega inmediata de un nombramiento morenista de bisutería (ser enlace con empresarios, una especie de Alfonso Romo de mentirijillas) aunque, en realidad, el cambalache deseado por el más reciente de los tránsfugas se refiere a la candidatura al gobierno de Yucatán.
El caso de Paz no es sino un ejemplo de la guerra por votos que ha desplegado el oficialismo, con el secretario Adán Augusto López Hernández instalado en una mesa de café de un hotel inmediato al Senado para negociar cambios de posturas opositoras, y similares faenas de cooptación realizadas por personajes como el embajador de México en España, Quirino Ordaz, el ex gobernador de Sinaloa que tuvo el descaro de tuitear presiones al senador priísta Mario Zamora para que votara en el sentido deseado por Morena y acompañantes.
Sin permitirse tanta exhibición, otros mandatarios estatales, no sólo morenistas, estuvieron y seguirán presionando a senadores renuentes a apoyar la continuidad militar en la Guardia Nacional. Los ejecutivos locales que no atiendan el exhorto a pastorear votos en el Senado en favor de la opción Sedena podrían correr el riesgo de que sus pedidos de auxilio ante desbordamientos del crimen organizado sean recíprocamente desatendidos.
En el PRI no era ni ha sido novedad el negociar votos por posiciones políticas, prebendas y soluciones a temas o problemas grupales, familiares o personales. Alito, como ejemplo del recular oportuno, fue inspiración de senadores priístas que prometían fidelidad opositora a Miguel Ángel Osorio Chong, aunque negociaban con Adán Augusto y, algunos, se desdecían de lo hablado con el titular de Gobernación para luego encarecer reversas y realineamientos.
En ese segmento de priísmo congénitamente oportunista reside el principal riesgo, casi definitorio, para la burbuja triunfalista de una desvalida oposición senatorial a la marcha militarista en curso: el aparato 4T aprovechará el tiempo extra para incrementar conminaciones y ofertas. El secretario Adán Augusto podrá presumir de buenos resultados operativos, aunque no gane encuestas de opinión, y el presuntamente desahuciado del morenismo, Ricardo Monreal, podría recuperar indulgencias de Palacio Nacional gracias a sus esfuerzos, hasta teatrales, de posposición hechos ayer.
Astillas
El gobernador de Texas, Greg Abott, suma esfuerzos en el acariciado propósito de que Estados Unidos declare como organizaciones terroristas a los cárteles mexicanos. Por lo pronto, así lo ha determinado en su ámbito estatal mediante una orden ejecutiva, alegando un alto número de personas muertas por envenenamiento con fentanilo. Luego ha escalado el tema al pedir a Joe Biden que haga lo mismo contra los cárteles de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación. La clasificación de terrorismo “facultaría” a realizar actos armados de Estados Unidos contra esas organizaciones incluso o, sobre todo, en territorio mexicano. ¡Hasta mañana!
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