Moscú. De modo muy diferente informaron este jueves Rusia y Ucrania del intercambio de prisioneros –el mayor desde que comenzaron en febrero los combates– que se llevó a cabo durante la madrugada y puso en libertad a 215 soldados de Kiev y 55 de Moscú, asimétrica proporción que provocó la indignación del sector más belicista ruso, pero sobre todo por las personas que se incluyeron en el canje.
De acuerdo con el presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky, que en su comparecencia televisiva estuvo acompañado del jefe de su oficina, Andrei Yermak, el intercambio se hizo posible por la mediación de varios países, en primer término Turquía y Arabia Saudita, y se mantuvo en secreto mientras se negociaban los términos.
Ucrania consiguió liberar a 215 militares, entre ellos 109 integrantes del batallón Azov, que Rusia considera neonazi, y a sus cinco comandantes que encabezaron la defensa de la planta siderúrgica Azovstal, en Mariupol, Denis Prokopenko, Serguei Volinsky, Sviatoslav Palamar, Denis Shlega y Oleg Jomenko, quienes hasta que terminen las hostilidades permanecerán en Turquía “bajo garantías personales del presidente turco”, Recep Tayyip Erdogan.
Entre los liberados figuran tres mujeres, embarazadas al momento de caer prisioneras, una de ellas Yekaterina Polischuk, enfermera que hace poco entrevistó un canal de la televisión rusa, presentándola como francotiradora. También se incluyeron en el canje 10 extranjeros que combatieron del lado ucranio, tres de los cuales ya habían sido condenados a la pena capital por una corte de Donietsk.
Por su parte, Yermak reveló que Rusia ofreció cambiar por “200 prisioneros ucranios” a Viktor Medvedchuk, compadre del presidente ruso, Vladimir Putin, quien en 2004 bautizó a Daria, la hija del magnate ucranio.
Medvedchuk, quien encabezaba el principal partido de oposición en Ucrania y cuando empezó la guerra fue detenido acusado de “alta traición”, había pedido en un video a Putin incluirlo en un canje de prisioneros, pero el vocero presidencial ruso, Dimitri Peskov, rechazó categórico esa posibilidad al decir que Medvedchuk “ni es militar ni es ruso”.
Aunque prefirió omitir los detalles, el ministerio de Defensa ruso confirmó este jueves, en la rueda de prensa diaria de su vocero, general Igor Konashenkov, el intercambio de prisioneros con estas escuetas palabras:
“Como resultado de un complejo proceso de negociación sobre intercambio (de prisioneros), esta madrugada desde territorio bajo control del régimen de Ucrania regresaron 55 militares del ejército de Rusia y las repúblicas populares de Donietsk y Lugansk, cuya vida en prisión se encontraba en peligro”.
El líder prorruso de Donietsk, Denis Pushilin, también destacó la liberación de cinco combatientes del Donbás y de 50 militares del ejército ruso “a cambio de entregar a Ucrania a 215 personas”.
Dijo que “entre ellos, hay representantes de los batallones nacionalistas, que son criminales de guerra, pero la tarea de regresar lo antes posible a nuestra gente para mí es prioridad. Nada hay más importante que la vida de nuestros muchachos. No tenemos derecho de abandonar a los nuestros y no lo hacemos”.
Pushilin, muy de pasada, mencionó que entre los liberados también está “el político opositor ucranio Viktor Medvedchuk, cuyas gestiones contribuyeron a rescatar de prisión a más de mil personas”.
En contraste, Ramzan Kadyrov, una de las voces más sonoras del sector belicista en Rusia que considera que Ucrania debe ser borrada del mapa, arremetió contra el canje: “Estoy muy molesto con este intercambio (de prisioneros). Ni siquiera llego a entender la situación misma. Siempre, cuando se tomaba alguna decisión táctica o se preparaba una misión de combate, nos consultaban a los participantes activos de la operación militar especial. Y ahora…”, escribió el gobernante de Chechenia en su canal de Telegram.
“Este canje se hizo bajo las condiciones de Ucrania. No es correcto. Nuestros combatientes acorralaron a los fascistas en Mariupol (…) al precio de dar su vida, de recibir heridas. La entrega de tan solo uno de estos terroristas del batallón Azov resulta inaceptable”, agregó Kadyrov.
Según él, “considero que no se puede cambiar a criminales terroristas por militares. Lo entendería si se hubiera efectuado un intercambio equitativo: militar por militar, agente por agente”, concluyó antes de precisar que “es mi opinión personal y siempre estoy listo para cumplir las órdenes de nuestro comandante en jefe” (el presidente Vladimir Putin).
Varios de quienes querían asistir al juicio que se estaba preparando contra “los criminales nazis en Mariupol” tampoco pudieron quedarse callados:
El politólogo Serguei Markov, asiduo de los programas de la televisión pública que defienden la política del Kremlin, lanzó a través de las redes sociales: “(…) todo esto reafirma en los terroristas el convencimiento de que su impunidad es absoluta. Y que pueden seguir secuestrando a personas inocentes. Los terroristas deben de tener miedo a Rusia y no carcajearse y burlarse de Rusia por creerse intocables”.
Otro de los más radicales defensores de la campaña militar contra Ucrania, el historiador Armen Gasparian, trató de justificar el canje así: “Donietsk con su referendo mañana ya será parte de Rusia. Empieza a tener vigencia la legislación rusa y, por lo mismo, la moratoria sobre la pena capital. Esto significa que toda esa banda que merece tres veces el paredón se libra del merecido castigo. En el otro lado de la balanza está la vida de nuestros soldados. Ahí los torturaban. No abandonamos a los nuestros. Son lo más importante”.
Entretanto, los prorrusos del Donbás (Lugansk y Donietsk) y de Jersón y Zaporiyia aseguraron que tienen todo listo para comenzar a votar, a partir de este viernes y durante cinco días, los referendos de adhesión a la Federación Rusa, que el presidente Putin prometió apoyar.
Los voceros de las cuatro regiones secesionistas reportaron disponer de suficientes boletas para que la gente pueda expresar su opinión. Por motivos de seguridad, según se dice, junto con las tradicionales casillas instaladas se podrá votar a domicilio, con brigadas de voluntarios que llevarán a cada casa las urnas, acompañados de policías.
Y mientras el ministerio de Defensa celebró que “diez mil personas acudieron de forma voluntaria en el primer día de la movilización parcial”, los rumores generan pánico entre la población al grado de que, agotados los boletos de avión, en los puntos de cruce de la frontera terrestre de Rusia con Kazajistán, Georgia, Bielorrusia y Finlandia –de acuerdo con las fotografías que abundan en el segmento ruso de Internet– se observan filas kilométricas de automóviles.