Morelia, Mich. Este 21 de septiembre se cumplen dos años del homicidio de la educadora Jessica González Villaseñor. Tenía 21 años cuando el presunto feminicida, Diego Urik Mañón Melgoza la llevó a su domicilio en el fraccionamiento exclusivo Bosque Monarca, ubicado al sur de Morelia, luego a un predio, donde abusó de ella y la ultimó a golpes.
Luego del asesinato, y porque los familiares de la víctima salieron a la calle a pedir justicia, se unieron colectivos defensores de derechos humanos y sociedad en general se logró que el Congreso local emitiera la primera ley contra el feminicidio con penas hasta de 60 años.
“Al único que le han hecho valer sus derechos es al homicida, quien por ser de familia adinerada ha recibido trato especial”, afirmó la madre de la víctima, Verónica Villaseñor, quien aseguró que han sido dos años de dolor y de lucha, “porque no desistiremos hasta que se haga justicia”, señaló.
Después de haber ultimado a Jessica, el homicida de 19 años de edad, huyó para evitar ser detenido; no obstante, Diego fue detenido el 30 de septiembre.
Incluso tres días antes la Fiscalía General del Estado (FGE) de Michoacán ofreció un millón de pesos por su captura. En tanto los restos de Jessica fueron localizados cuatro días después de haber sido ultimada.
Verónica Villaseñor informó a los medios que Hanna Suárez, amiga de Diego, declaró que fue amenazada y obligada a acompañar a Diego a lavar el auto y esconder una chaqueta y un hacha, luego de que cometió el crimen.
El pasado 11 de julio José Yahir R. C., quien fuera el mejor amigo de Diego, declaró ante las autoridades judiciales que fue testigo presencial del momento en el que el imputado se deshizo del cuerpo de la joven profesora moreliana.
Señaló que ese 21 de septiembre recibió una llamada de Diego pidiendo su presencia como amigo pues recién había terminado con su novia y estaba triste. Luego quedaron de verse en un lugar del fraccionamiento denominado “Spot”, localizado al interior del fraccionamiento donde vivía Diego, cerca del límite perimetral.
Diego estaba muy alterado y agresivo dándole la orden de que se acercara a la cajuela de su vehículo, un Polo color gris oscuro, ahí fue cuando vio un cuerpo inerte cubierto por una sábana azul.
Ambos amigos comprendieron que se trataba de una mujer muerta y Diego les pidió ayuda para deshacerse del cadáver, pero se negaron. Lo acompañaron a su casa y posteriormente salieron rumbo a un casino ubicado en la plaza de Altozano.
En la audiencia, el joven pudo reconocer seis objetos en posesión de la FGE: la sábana azul, un hacha nueva, una bolsa rosa (propiedad de Jessica) y las prendas que al parecer Diego vestía el 21 de septiembre de 2020, un pans negro con franjas blancas, una playera deportiva negra de la marca Jordan, y tenis negros Adidas.
El pasado 8 de septiembre el padrastro de Diego, Fernando I declaró ante el juez Ariel Montoya Romero que el 22 de septiembre de 2020 Diego le habló para solicitarle si podía conseguirle un abogado porque una conocida con la que había estado un día anterior había desaparecido. Quedaron de verse más tarde, pero Diego había huido.
La defensa de Diego ha presentado varios amparos; ha buscado hacer tiempo para evitar que se le procese como feminicida y para sostener que no se ha seguido correctamente el juicio.
Tampoco les ha dado resultado, pero aun así los familiares de Jessica temen que la justicia sea benévola con el joven, que niega ser el homicida, pero no hay ninguna prueba a su favor.
“Nos han pisoteado y lo siguen haciendo después de que mi hija murió. Ha pasado un año y el responsable sigue protegido por las autoridades judiciales que no han dictado la sentencia, y mi hija solo se ha convertido en una carpeta de investigación que pretenden archivar”, declaró la madre de Jessica, luego de comentar que le quitaron lo más preciado de la vida, porque "era la luz de mi existencia, mi compañera y amiga y de una gran calidad humana".