Las personas que viven solas y en aislamiento social tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades crónicas, deterioro cognitivo y demencia, incluido Alzheimer, por lo que esa condición ya se considera un problema de salud. En México, al menos 12 por ciento de los adultos mayores de 65 años viven sin acompañantes; es decir, alrededor de 2 millones de personas.
De todos los individuos en ese rango de edad en el país, más de la mitad no usa celular, computadora ni Internet. Por lo tanto, están fuera de las redes sociales, medio común en la actualidad para socializar.
Así lo identificó la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) el año pasado. El estudio advierte sobre la necesidad de atender el fenómeno en el país, sobre todo por el envejecimiento de la población. Actualmente, 15 millones de mexicanos tienen 65 y más años (12 por ciento) y las proyecciones indican que, en 2050, una quinta parte de los connacionales estará en ese rango de edad.
Especialistas han identificado que vivir solos favorece la aparición de desórdenes alimentarios, sedentarismo, consumo nocivo de alcohol, lo que se acompaña de pérdida de capacidad para realizar actividades cotidianas como conducir, pagar servicios, tomar medicamentos o preparar alimentos.
La falta de interacción con otras personas tampoco ayuda a preservar funciones cerebrales.
De ahí que la soledad y el aislamiento se identifican como factores de riesgo para el desarrollo de demencias, principalmente la enfermedad de Alzheimer.
Además de que más de la mitad no tiene redes sociales ni telecomunicación con sus allegados, 60 por ciento tampoco se reúnen con sus amigos o familiares ni una vez al mes.
La encuesta advierte sobre la importancia de evaluar el aislamiento social y la soledad, a fin de reducir, en la medida de lo posible, la afectación en la integridad mental y física de los adultos mayores en general.
También se identificó que 25.5 por ciento no se sienten cómodos con ningún pariente como para hablar sobre sus asuntos personales.
Sólo un tercio de los entrevistados manifestó que tenía un familiar con quien podía platicar sobre sus preocupaciones o deseos.
En este tema, prácticamente no hay diferencia entre quienes viven solos o acompañados.
Sobre la frecuencia con la que pasan tiempo con alguien que no vive con ellos, ya sea que fueron de visita, los vinieron a ver o salieron juntos durante la semana previa a la entrevista, 57 por ciento dijo que ninguna vez.
De las personas solas, 55 por ciento también contestaron que ninguna vez tuvo este tipo de encuentros, lo mismo que 58 por ciento de los que viven acompañados.