Ciudad de México. El libro Un samurái en la Revolución Mexicana (Debate) es un “relato sobre la generosidad entre naciones, familias, personas, culturas y épocas”, expresa el ex embajador Carlos Almada sobre su texto en torno al diplomático japonés Horiguchi Kumaichi, quien salvó a la familia Madero durante la Decena Trágica en 1913.
El volumen, subtitulado Horiguchi Kumaichi y la salvación de la familia Madero, que será presentado hoy, es sobre la generosidad “antigua y contemporánea”, reitera el diplomático en entrevista con La Jornada: “Horiguchi fue muy generoso, incluso heroico. Hizo cosas que para la mente mexicana son inverosímiles, como poner a su familia de escudo de los Madero”.
El ex embajador en Portugal y Japón explica que cuando estalló el golpe de Estado contra el gobierno de Francisco I. Madero, encabezado por los generales Bernardo Reyes, Félix Díaz y Manuel Mondragón, Horiguchi asiló a Sara Pérez de Madero y a unas 40 personas más en la delegación de Japón.
“Los peligros y la necesidad de protección eran reales. El mundo se estaba derrumbando para los Madero y temían, con razón, ser asesinados.”
Horiguchi Kumaichi exigió a “Victoriano Huerta, ya presidente usurpador, aclaraciones sobre los rumores del bombardeo a la delegación japonesa para exterminar a los Madero. Él era muy generoso, y su esposa y sus hijos y la comunidad japonesa, pero también la recuperación de la memoria en los años 30 del siglo pasado, así como el Senado mexicano y los japoneses, que destacaron este episodio en 2015”.
Almada sostiene que su libro “pretende ser histórico, tan objetivamente como sea posible. Con base en fuentes primarias, archivos, conversaciones con integrantes de las dos familias y especialistas, y gran cantidad de fuentes secundarias de los dos países, pretende interpretar la época, pero, al mismo tiempo, busca que su lectura sea fluida sin caer en tópicos o en hagiografías”.
Hace hincapié en que “sin llegar a una actitud de santificación de nadie intenta encontrar ese hilo conductor: se necesita mucha generosidad y valentía para proteger a esta familia a la que buscaban exterminar durante las jornadas más sangrientas que ha vivido en su historia la Ciudad de México, después de 1521, y, junto con el ministro cubano Manuel Márquez Sterling y el chileno Anselmo Hevia Riquelme, sacarlos del país y salvarlos.
“Cuando hay actos de terrorismo masivo –que fue lo que provocaron desde la Ciudadela Félix Díaz y Manuel Mondragón con sus bombardeos indiscriminados, donde murieron alrededor de 5 mil personas, la mayoría civiles–, claro que es generosidad y es un relato épico. También tiene tintes literarios, pero que quiere ser, hasta donde sea posible, objetivo, serio y profesional.”
El ex diplomático pide recordar lo que hicieron los tres diplomáticos en favor de los padres, la esposa y otros familiares del presidente Francisco I. Madero, a quienes llevaron a Veracruz y de ahí a La Habana en el crucero Cuba.
Una base principal del texto de Almada es el diario de Horiguchi Kumaichi, donde reseñó su actuación en pos del Apóstol de la Democracia. “Fue encontrado por rigurosa casualidad en el archivo histórico de la cancillería mexicana por una profesora del Instituto Mora, Graziella Altamirano Cozzi. Lo publicó en 2007 y a partir de ahí el Senado de la República advirtió que había un hecho muy poco conocido de la historia de la Revolución Mexicana.
“El Senado acordó hacerle un homenaje y colocó una placa en el recinto parlamentario. Entiendo que es la única dedicada a un extranjero. En el decreto se ordenó que se investigara más sobre Horiguchi y que se agradeciera su ayuda a sus descendientes, al gobierno japonés y a esa comunidad.”
Tres historias se cruzan
Carlos Almada sintetiza: “Confluyen tres historias. La Revolución Mexicana y la Decena Trágica misma; la restauración Meiji y el rescate de la memoria, que no es mérito mío, sino de la profesora Altamirano, quien encuentra el diario y advierte su valía; luego, el Senado que hace el homenaje y luego lo que ocurre en Tokio”.
Opina que desde los años 30 del siglo pasado México y Japón se influenciaron de forma recíproca.
“Los japoneses y los mexicanos nos vemos con simpatía. Yo pienso que la razón es cultural. Somos dos civilizaciones milenarias que se ven con respeto y simpatía.”
Es común en ambos pueblos la convergencia de sus procesos transformadores. En uno ocurre la supresión del feudalismo, en 1868, y la restauración Meiji; es decir, la eliminación del shogunato y la recuperación por el emperador de su autoridad milenaria, que devino la modernización industrial, administrativa, militar y diplomática de Japón.
Horiguchi era originario de Nagaoka y su familia perteneció a la clase samurái por nueve generaciones. Su padre murió en la guerra civil en 1868. Almada sostiene que “eso da pistas sobre la actitud del diplomático japonés frente a la vida y su sentido de la valentía y del honor. Efectivamente, su familia es samurái.
“Horiguchi pudo haber descendido brutalmente en la escala social japonesa, pero, como otros samuráis o hijos de samuráis, logró insertarse en el Japón reformado por la vía del estudio de otros oficios. Perteneció a la primera generación de profesionales del servicio exterior japonés. Tenía una carrera destacada.”
El doctor en administración pública matiza: “Estoy convencido de que los episodios históricos son únicos e irrepetibles. Al mismo tiempo, estimo que un lector contemporáneo puede y debe extraer lecciones sobre lo ocurrido. Nunca volverá a pasar de manera idéntica, pero nos dieron una muestra de sentido humano.
“Horiguchi Kumaichi, en las vueltas que da la vida, terminó refugiado en 1945. Regresó a su ciudad natal a finales de la Segunda Guerra Mundial y, paradójicamente, recibió lo mismo que dio; es decir, un tratamiento humano en medio de la desgracia.”
Carlos Almada y Takashi Manabe, ministro de la embajada de Japón en México; así como Felipe Ávila, Javier Garciadiego y Eduardo Flores, presentarán Un samurái en la Revolución Mexicana: Horiguchi Kumaichi y la salvación de la familia Madero, hoy a las 18 horas, en la Biblioteca Mexicana (Rubén Darío 187, colonia Chapultepec Morales). Para acudir es necesario confirmar asistencia al teléfono 55-9126-0700 extensión 1112.