Los capitalinos volvieron a sentir miedo y angustia por el temblor de magnitud 7.7 este 19 de septiembre, que no sólo sacudió sus cuerpos, sino también su recuerdos.
Apenas habían pasado 46 minutos después del simulacro nacional, cuando el sonido de la alerta sísmica volvió a escucharse en los más de 13 mil altavoces de la capital, lo que, en un principio, provocó confusión entre algunas personas, quienes vacilaron sobre si se trataba de un evento real.
La duda se disipó segundos después, cuando la tierra comenzó a moverse, lo que hizo recordar los eventos sucedidos esa misma fecha, pero de 2017 y 1985.
En el C5, donde se encontraba la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, e integrantes de su gabinete, trabajadores y reporteros fueron evacuados en medio de algunas crisis nerviosas.
Al mismo tiempo, pero afuera del colegio Rébsamen –donde 19 niños fallecieron a causa del terremoto de hace cinco años–, familiares soltaron el llanto.
La misa que se desarrollaba en memoria de las víctimas fue interrumpida, al igual que la que se oficiaba frente al predio donde cayó el edificio de Álvaro Obregón 286, donde 46 personas perdieron la vida hace cinco años.
Ahí, vecinos y trabajadores salieron de los inmuebles aledaños y se congregaron a mitad de la calle y camellones. Ante el crujido de los edificios, el movimiento de los cables de luz y los chispazos de algunos transformadores, las personas se angustiaron y comenzaron a rezar.
El servicio de luz se interrumpió, así como el de telefonía móvil, lo que provocó que la gente se desesperara al no poder contactar a sus familiares para saber cómo se encontraban.
En la sede del Congreso de la Ciudad de México en el Centro Histórico, diputados locales que se habían reunido para realizar una sesión solemne en conmemoración de los sismos de 1985 y 2017 tuvieron que abandonar el recinto.
Tras el simulacro, en las calles aledañas al recinto legislativo, el sonido de una nueva alarma sísmica puso en alerta a muchos transeúntes. El movimiento de una lámpara en un restaurante y los comentarios de peatones sobre la calle 5 de Mayo confirmaron que se trataba de un movimiento telúrico real.
En medio del desconcierto, susto y zozobra, decenas de personas salieron de comercios en el Centro Histórico; los chats vecinales y comerciales reventaban preguntando si todo estaba bien.
En la calle Motolinia, una mujer expresó: “Qué probabilidad había de esto; no lo puedo creer”. Un señor comentó que en la calle Madero “la alarma no se alcanzó a escuchar; suena muy bajito, ojalá la chequen las autoridades”.
En la colonia San Andrés Tetepilco, en Iztapalapa, los vecinos salieron de sus casas con niños y mascotas en brazos; algunos, recargados en sus autos, observaban cómo se movían los cables de luz, y entre los ladridos de perros se escuchaba cómo tronaban los transformadores.
Una vez que finalizó el temblor, y mientras se realizaban revisiones a casas y edificios, la gente aprovechó para hablar de la coincidencia de que en la misma fecha y casi a la misma hora ocurriera otro sismo, como en 2017.
(Sandra Hernández García, Laura Gómez Flores, Bertha Teresa Ramírez y Nayelli Ramírez Bautista)