Altagracia tiene 78 años, fue enfermera en un hospital del Issste, está jubilada y desde hace siete años empezó a olvidar dónde estaban algunas cosas: las llaves, el cepillo, a veces confunde a Pedro, su único hijo, con un hermano, pero casi de inmediato rectifica, todavía. En los últimos cuatro meses redujo su consumo de alimentos, pues aunque le dan de comer, ella prefiere chupar un limón.
“Piensa que eso es comer y se enoja si los guardo”, comentó Pedro, quien cuida a su madre de tiempo completo. Él trabajaba en un consultorio médico que dejó a mediados de este año. “Ya no podía seguir pidiendo permisos” para cuidar a su mamá, ya que la enfermedad de Alzheimer avanza. Hasta ahora, de acuerdo con el diagnóstico médico, Altagracia ha perdido 30 por ciento de masa cerebral.
Así es el Alzheimer y, aunque fue descrito por primera vez en 1906 por el científico alemán Alois Alzheimer, ningún investigador ha encontrado un tratamiento para frenar el daño al sistema nervioso central.
Marisol Valdés, médica geriatra, señala que hay una acumulación excesiva de las proteínas beta-amiloide y Tau en el cerebro, lo que provoca atrofia, disminución de su tamaño y deterioro cognitivo. En condiciones normales, el cerebro pesa 1.4 kilogramos, pero en una persona con Alzheimer disminuye a 800 gramos.
Uno de los principales factores de riesgo del padecimiento es la edad. En México viven más de 15 millones de personas mayores de 60 años de edad y estimaciones oficiales señalan que alrededor de 1.5 millones tienen demencia y, de esta última cifra, 80 por ciento padecen Alzheimer.
Con motivo del Día Mundial de la enfermedad, que se conmemora el 21 de septiembre, la especialista comentó en entrevista que también se ha identificado que el Alzheimer comparte factores de riesgo con los males cardiovasculares, los cuales son provocados por diabetes, hipertensión arterial y dislipidemias. Por lo tanto, la prevención, detección y control de estos padecimientos influyen en el retraso o que no aparezca el deterioro mental.
En cerebros de personas fallecidas, se han encontrado acumulaciones de las proteínas, pero la enfermedad no se manifestó, lo cual indica que existe un factor adicional que dispara los síntomas y aún no se identifica, comentó Regina Altena, presidenta del Centro Mexicano Alzheimer. De ahí que la ayuda para los afectados está centrada en la prevención y detección temprana.
El problema es que las personas y familiares suelen menospreciar los síntomas. “Los olvidos no son normales ni propios de la vejez. De pronto podemos dirigirnos a algún lugar de la casa y no saber para qué, pero enseguida se recuerda. Eso es aceptable, también es cierto que la capacidad y velocidad de aprendizaje disminuye en los adultos mayores, pero cuando no saben dónde dejaron sus pertenencias u olvidan lo que desayunaron ya no es normal”, advirtió Valdés.
Subrayó sobre la importancia de identificar las señales tempranas de la demencia para tomar medidas, incluso algunos medicamentos que retrasan el progreso de la enfermedad.
Terapia sin fármacos
En el Centro Mexicano Alzheimer, las familias tienen a su disposición una terapia multimodal, sin fármacos, que estimula la actividad motora, cognitiva, social y de la vida diaria, con el fin de preservar las funciones mentales en individuos con enfermedad leve a moderada.
Antes de la pandemia de covid-19, el Centro funcionaba como estancia de día, donde los pacientes con sus cuidadores podían acudir a tomar las terapias. Ahí llegó María de la Luz con su esposo Anselmo, a quien ha cuidado durante la última década aunque la enfermedad empezó varios años antes, “pero no sabíamos qué era”.
Anselmo ya no se levanta. Está en una silla de ruedas y la señora dice que aún la reconoce, trata de hablar, pero no se le entiende. “Cuando le cambio el pañal, se me queda viendo y llora. Es agotador”. Tras 50 años de matrimonio, María de la Luz tiene como meta que Anselmo “tenga una buena calidad de vida hasta donde eso sea posible. Si yo me voy antes, no sé…, pero pienso llegar hasta el final”.