La tercera década del siglo XXI marca un punto axial en el desarrollo tecnológico mundial con la inteligencia artificial, pandemias intermitentes que ponen a prueba los sistemas sanitarios, cambio climático acelerado que llama a la corresponsabilidad global, y también es el tiempo de declive del neoliberalismo económico y el ascenso de la socialdemocracia y los bloques hegemónicos de centroizquierda, parafraseando a Gramsci.
En este espacio de reflexión describimos el cambio radical de la geografía política del subcontinente latinoamericano, hacia las posiciones progresistas y sociales. Ahora analizaremos la recomposición de fuerzas políticas en amplias franjas del mundo, en la misma dirección ideológica: el retroceso en las posturas afines al fundamentalismo de mercado, la minimización del Estado y el rechazo a las minorías.
Para empezar, Estados Unidos, donde la mayoría del electorado optó en 2020 por el proyecto moderado del Partido Demócrata frente a la propuesta de continuidad conservadora y antisistémica, abiertamente hostil a la inmigración, los derechos sociales y el cuidado del ambiente, de la ultraderecha trumpista. Con notables asignaturas pendientes respecto a la condición incierta e inestable de la población inmigrante, el espíritu xenófobo ha descendido.
En Europa, la reciente victoria del Partido Socialista (PS) de Antonio Costa, ahora con una mayoría absoluta histórica que refrendó y amplió el triunfo de 2015, consolidó una tendencia alcista del bloque de centroizquierda en el viejo continente. En estos momentos, la UE cuenta con nueve gobiernos encabezados por socialistas o socialdemócratas: Alemania, España, Portugal, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Islandia, Noruega y Malta.
Es especialmente significativo el regreso al poder del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) este 2022, luego de 16 años de gobiernos encabezados por la conservadora democracia cristiana, y específicamente bajo el liderazgo de Angela Merkel. El SPD, en alianza con liberales y ecologistas, ahora impulsa una agenda social y de especial compromiso con el ambiente.
En España, con el PSOE como eje y bajo el liderazgo de Pedro Sánchez, un frente de centroizquierda ha frenado las embestidas de una derecha oscurantista, racista y antinmigrante, aglutinada en torno al Partido Popular y la agrupación neofascista Vox, cuyos líderes han denostado a las culturas prehispánicas, especialmente la civilización azteca.
Junto con Unidos Podemos (UP), el Partido Comunista y el Partido Socialista de Cataluña, la coalición gobernante de centroizquierda, formada desde 2020, mantiene una política proclive a los derechos sociales, de apertura ante la población inmigrante y en favor de la integración europea.
En Portugal, el socialista Antonio Acosta tuvo primero un triunfo histórico ante la derecha tradicional en 2015 y luego ha sabido tejer una alianza amplia de centroizquierda, para refrendar el triunfo y para gobernar, y revertir políticas neoliberales del pasado inmediato, así como promover un gobierno con acento en las políticas sociales e igualitarias.
Es muy ilustrativo el caso del norte de Europa, donde por primera vez en más de 60 años expresiones políticas socialdemócratas y de izquierda gobiernan en los cinco países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia), naciones que han destacado siempre por sus indicadores económicos, pero que en los últimos años han consolidado sus políticas sociales y de promoción de la igualdad, por lo que son también los cinco países donde la gente es más feliz, según el índice global de felicidad de la ONU. Johan Strang, profesor del Centro de Estudios Nórdicos de la Universidad de Helsinki, apunta que los países nórdicos se separaron de la doctrina dominante del pasado reciente, el espíritu del neoliberalismo.
En Francia, si bien no gobierna la socialdemocracia ni la izquierda, el presidente Emmanuel Macron, fraternal con la inmigración, frenó la embestida de la ultraderecha neofascista representada por Marine Le Pen, en las elecciones de este año. Además, Jean-Luc Mélenchon, candidato del movimiento Francis Insumisa, lideró el campo de la izquierda con 22 por ciento de los votos, muy cerca de Le Pen. No llegó a la segunda vuelta sólo por la fuerte fragmentación de la izquierda.
En Gran Bretaña feneció el gobierno conservador, xenófobo y antieuropeo de Boris Johnson; impulsor del Brexit, contra la opinión de las nuevas generaciones que en el futuro podrían imprimir una nueva dirección ideológica a ese país, un ex imperio, hoy cabeza del Commonwealth.
En Asia la exigencia predominante es tener mayores márgenes de libertad política, mientras en África políticas sociales para una mejor calidad de vida, en un entorno cada vez más intercomunicado y abierto.
En suma, el mundo vira hacia la socialdemocracia, el progresismo, la exigencia de igualdad social y la apertura política, valores incompatibles con el neoliberalismo económico y el fundamentalismo de mercado.