Alrededor de 60 por ciento del territorio nacional ya reporta condiciones de temperatura y humedad que permiten la proliferación de vectores transmisores de padecimientos como el dengue y chikungunya. Desde hace dos décadas, en regiones costeras del Pacífico mexicano y el Golfo de México se han presentado los mayores brotes entre la población y ya hay evidencia de afectación en regiones donde no se registraban casos.
Este es uno de los efectos que documenta la Primera comunicación sobre la adaptación de México ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (Inecc) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), al señalar que la población es vulnerable a enfermedades exacerbadas por el cambio climático.
Refiere que a nivel nacional hay una tendencia de incremento de los casos. En 2019 se presentaron 142 mil registros, el mayor número desde 1995. Agrega que otras afectaciones a la salud son por golpes de calor, enfermedades diarreicas agudas, así como padecimientos respiratorios agudos por episodios de temperaturas máximas y mínimas extremas.
También anota que otros impactos golpean los asentamientos humanos por inundaciones y deslaves, especialmente en Baja California, Chiapas, Colima, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Veracruz y Puebla.
En cuanto a sectores económicos, indica que las afectaciones ocurren en la agricultura por la sequías, inundaciones, temperaturas máximas y mínimas extremas, y que durante la década pasada hubo pérdidas en 55 por ciento de la producción de granos básicos, sobre todo en Sinaloa, Tamaulipas, Jalisco, Chiapas y Guanajuato.
Advierte que habrá reducciones en rendimientos de 20 a 35 por ciento en las próximas dos décadas para los principales cultivos de México, mientras para finales del siglo sólo 11 estados producirán al menos una tonelada de maíz por hectárea. “Distintos estudios acerca de los efectos del cambio climático en el potencial productivo de los suelos indican impactos negativos en la producción agroalimentaria futura, lo que podría repercutir en la seguridad alimentaria”.
Además, agrega que las consecuencias en los ecosistemas se deben a incendios forestales relacionados con episodios de sequía a nivel nacional y en particular en cinco zonas áridas y semiáridas, como las ecorregiones sonorense, chihuahuense, tamaulipeca, centro-hidalguense y poblano-oaxaqueña.
El cambio climático “está modificando la variación de episodios de lluvias a típicamente bajas o nulas y de temperaturas extremas, que se pueden asociar con cambios en la frecuencia e intensidad de los incendios forestales”.