Ciudad de México. Desde que en mi natal Tabasco tuve la oportunidad de iniciarme como lector de prensa, recuerdo con especial nostalgia dos detalles: la avidez con que esperábamos los diarios del domingo y la frase de García Márquez: el periodismo es el oficio más bello del mundo.
Mi mundo de lector de prensa se enriqueció a partir del 19 de septiembre de 1984, cuando apareció La Jornada. Por fin, en México tendríamos un diario progresista, es decir, de abierta izquierda. Aquella novedad nos llenaba de un entusiasmo curioso a quienes seguíamos en el lejano Tabasco los pormenores de la política nacional. Me hice un lector fiel, asiduo y apasionado de La Jornada, en especial los domingos, por la calidad de su suplemento literario.
Es vital entender qué pasaba en el México de 1984: el país había entrado de lleno y con dificultades al periodo neoliberal en el gobierno de Miguel de la Madrid. La tecnocracia neoliberal fue la manera para, supuestamente, resolver los problemas de México. Sin embargo, encontró sus resistencias. Y lo notable e histórico fue que una de las resistencias que la política neoliberal encontró provino de un periódico recién fundado que se llamaba La Jornada y cuya edición cotidiana era un golpe a una tecnocracia gobernante fría y dura.
La Jornada comenzaba a ejercer su influencia creciente en la vida política de México: era ya el primer diario de nuestro país que criticaba abiertamente la política neoliberal en México y que, bajo el nombre de globalización, se imponía por las oligarquías en el mundo. Para La Jornada fueron años duros y de consolidación.
El viejo sistema político mexicano no aguantó más y en 1988, con la aparición de la oposición, el diario jugó un papel protagónico. Defendía de forma valiente a las comunidades indígenas, a las mujeres, el medio ambiente y la democracia participativa. De allí en adelante, con la publicación de todo aquello que sucedía en el país y con el despliegue del talento de sus colaboradores, puso a discusión los grandes retos de México.
Podemos afirmar que sus lectores tomamos esos retos como propios y cada uno de ellos, con su grano de arena, contribuyó como ciudadano al gran cambio que estamos viviendo hoy, con el gobierno democrático y de transformación del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Así que, además de reconocer que La Jornada perfeccionó el periodismo en México al crear una auténtica opción de izquierda y progresista, es muy grato felicitar a Carmen Lira Saade, su talentosa y siempre esforzada directora, a su fundador, Carlos Payán Velver, y agradecer a todos sus colaboradores pasados y presentes, que con su opinión ayudaron a mejorar la nuestra. Mi homenaje a todos los que con la suma de sus esfuerzos hicieron posible que La Jornada sea una realidad de México.
Consolidar los logros
Y así como La Jornada logró su consolidación a través de un periodismo solidario, abierto, plural y sensible, el gran reto nacional de los próximos años será consolidar los logros que el gobierno de la Cuarta Transformación ha alcanzado en lo social, lo económico y en la vida democrática del país.
Ello significa que la actuación del gobierno en los próximos años deberá mantener como principal objetivo alcanzar una mayor justicia social, para reducir las desigualdades, en ingresos y oportunidades, que generaron entre los mexicanos 36 años de políticas neoliberales. Como bien ha señalado el Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz, el neoliberalismo, entendido como un capitalismo sin restricciones, ha tenido resultados desastrosos para la sociedad. Y en México esto ha sido paradigmático, ya que el periodo neoliberal abrió significativamente la brecha entre una minoría de beneficiados por las políticas neoliberales y el resto de los mexicanos, que cada vez enfrentaron mayores carencias y marginación.
La desigualdad ha sido un flagelo histórico en nuestro país. Recientemente hemos visto que, a nivel mundial, el Índice de Desarrollo Humano de la ONU ha empeorado en 90 por ciento de los países, en gran medida como producto de la pandemia de covid-19 y de la invasión de Rusia a Ucrania. Pese a todas estas circunstancias únicas y adversas, “en 2020 la desigualdad se redujo 16 veces en México”, según datos avalados por el Inegi en la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares.
Las rutas hacia la igualdad
Para profundizar en la lucha contra la desigualdad, y consolidar así la Cuarta Transformación, nuestro país requiere seguir, entre otros, los siguientes caminos:
1) Incrementar y perfeccionar los mecanismos de apoyo y solidaridad social a los adultos mayores, las becas educativas para nuestros niños y jóvenes, y el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, que capacita a nuestros muchachos para la vida laboral.
2) Nuestro país ha avanzado a pasos agigantados en la captación tributaria de los grandes contribuyentes. Con las nuevas leyes que prohíben la condonación de impuestos y una labor muy eficiente de las áreas de Hacienda hemos avanzado con verdadera consistencia. El presupuesto público sirve ahora primordialmente a los mexicanos más pobres, a los que menos tienen; hay estabilidad económica y finanzas públicas fuertes, y ya no hay necesidad de financiar con deuda pública las grandes obras que impulsan nuestro desarrollo, como son el Tren Maya o la refinería en Dos Bocas, Tabasco.
3) Al evitar que la población marginada siga retrasándose en dos materias, tales como el acceso al sector financiero y a Internet. Lo cual se podrá lograr al ampliar el alcance del Banco del Bienestar y el programa Internet para Todos. Alcanzar una mayor justicia social requiere abatir la brecha financiera y cerrar la digital.
El Banco del Bienestar, que está llevando sus servicios y sucursales a los municipios más lejanos y apartados del país, es un proyecto sin comparación en el mundo, pues el lucro no es su objetivo principal, sino lo es su estricta labor social. Es el único banco social en México y es la columna vertebral de la política social de la Cuarta Transformación, pues lleva las pensiones, los apoyos y las becas a todos los beneficiarios de los programas sociales gubernamentales sin intermediarios y sin cobrar comisiones.
Cuando por fin sea posible el servicio de Internet en todo el territorio mexicano habremos dado un salto cualitativo, sin precedente, al brindar un servicio de unión de todo México, donde al respecto ya no habrá ciudades de primera ni de segunda.
4) Al consolidar el crecimiento con justicia social en el sureste de México, a través del fomento y operación del Tren Maya y de aprovechar las oportunidades de inversión del tren del Istmo de Tehuantepec. La riqueza que se generará de estos proyectos debe protegerse y acrecentarse como un patrimonio de una región de México que siempre estuvo olvidada. La prosperidad del sureste debe ir acompañada de mecanismos de justicia social, seguridad pública y acceso a la justicia. Y, sin duda, del cuidado del patrimonio ecológico.
5) El fortalecimiento del mercado laboral. Es un deseo legítimo de toda sociedad que la incertidumbre y la pobreza laboral desaparezcan, y ello sólo se logrará mediante reformas que den a los empresarios y a los trabajadores certidumbre. Se debe seguir avanzando en recuperar el poder adquisitivo del salario mínimo, que durante el neoliberalismo perdió toda capacidad, incluso hasta para adquirir la canasta básica.
6) Un gran reto para la consolidación de la Cuarta Transformación es que también hace falta la soberanía alimentaria con una mayor producción y distribución gratuita de fertilizantes en todo el país, la ampliación y perfeccionamiento de los programas Producción para el Bienestar y Sembrando Vida. Este último es un programa social, orgullo y praxis pura de nuestro gobierno.
7) Otro gran reto para la consolidación de la Cuarta Transformación es persistir e insistir en la revolución de las conciencias, proceso que sólo puede formarse a través de la educación. Entendida como un proceso de auténtica solidaridad con el prójimo, de producción de un conocimiento humanístico, a partir del cual nace el conocimiento técnico. Debemos volver al ejemplo de grandes mexicanos como José Vasconcelos –creador de la Secretaría de Educación Pública– y Jaime Torres Bodet, creador de los libros de texto gratuitos. La educación es una fuerza que nunca abandona al hombre ni a la mujer.
La política, lo hemos dicho en este gobierno, es el espacio, por definición propia, de las auténticas mayorías. Sin el beneficio de las mayorías es imposible una duradera y verdadera política social. Sería un contrasentido en un gobierno que tiene como legitimidad la más grande base social electa en la historia de México.