Ciudad de México. La historia de la sección de Cultura de La Jornada es, principalmente, la de nuestros lectores, motor y corazón de los trabajos periodísticos que presentamos en estas páginas. Hoy, 19 de septiembre, cumplimos 38 años y las anécdotas de aquellos días fundacionales se agolpan con la misma satisfacción con la que enumeramos los logros, porque a veces debimos ir a contracorriente para fortalecer temas que hoy forman parte de una cotidiana agenda nacional.
Los artistas e intelectuales que en 1984 se reunieron para financiar este diario nos mostraron la ruta: hacer comunidad con el propósito de poner nuestra pluma al servicio de las mejores causas sociales y para hacer llegar al púbico, entre otros asuntos, la obra, quehaceres y propuestas que se gestan en los pueblos originarios de México y América Latina, o en los foros alternativos e independientes del país, o en las trincheras de nuevas generaciones de creadores, sin faltar las reflexiones, críticas y debate de los maestros “de casa”, como ellos mismos se asumieron: Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Carlos Montemayor, Fernando del Paso, José Saramago y Eduardo Galeano, por mencionar apenas un puñado de cómplices jornaleros.
Al hojear aquellos números ceros que nuestros pioneros editaron con ahínco varios meses antes de nuestra llegada formal a los puestos de periódicos, miramos las semillas de lo que ahora somos: artífices de un periodismo cultural con sólidas raíces, el cual, además, ha hecho y sigue haciendo escuela.
Dos oaxaqueños entrañables
En los años 80, los jóvenes reporteros culturales de nuestro diario recién nacido, lo mismo informaban acerca del fallecimiento de la sacerdotisa de los hongos alucinógenos María Sabina, que del lanzamiento de la nueva novela de Milan Kundera, La insoportable levedad del ser, o del premio Óscar a la cinta Amadeus, de Milos Forman, mientras en la radio de nuestro inolvidable edificio ubicado en Balderas 68 sonaban los hits roqueros del momento: I Want to Break Free, de Queen; Born in the USA, con Bruce Springsteen, y Jump, de Van Halen.
Desde entonces, es cierto, se impusieron también nuestros afectos por dos grandes oaxaqueños: Rufino Tamayo y Francisco Toledo. El primero de ellos no dudó en sumarse a la construcción de La Jornada y aportó una edición litográfica de 100 ejemplares de su obra Hombre en rojo, especialmente realizada para el nuevo diario.
Mientras, Toledo contribuyó con cuatro series serigráficas de 250 ejemplares cada una, gesto de solidaridad que repitió cuando llegamos a los 30 años y nos obsequió una “manada” de elefantes: 30 litografías de un paquidermo. La fraternidad fue mutua y desde nuestra redacción, siempre codo a codo con los proyectos del maestro juchiteco, seguimos atentos el gran legado que dejó en Oaxaca para beneficio del país.
El maestro Vicente Rojo (1932-2021) es fundamental en la construcción y desarrollo de La Jornada. Es autor del diseño del diario y luchó día con día, hombro con hombro, con todo el equipo por la supervivencia del rotativo.
Del Nobel, el FIC y colegas que se adelantaron
Los años 90 confirmaron que para La Jornada la cultura es una de sus insignias; baste recordar las primeras planas dedicadas a celebrar los premios Nobel de Literatura a Octavio Paz (12 de octubre de 1990) y a José Saramago (9 de octubre de 1998), pero también entrañables son las entrevistas de esos tiempos con personajes como Chavela Vargas, Pita Amor y Elena Garro, así como las coberturas del Festival Internacional Cervantino, entre otros encuentros artísticos y académicos.
Frente a la página en blanco, al buscar la mejor entrada de nuestras notas, seguimos y seguiremos evocando las legendarias gestas reporteriles de colegas que se nos han adelantado en el camino, pero que nos dejaron piezas periodísticas que nos siguen nutriendo. Permanecen nuestros dos galardonados con el Premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez: Renato Ravelo (en 1999, por sus investigaciones sobre el patrimonio arqueológico de México) y César Güemes (en 2000, por su reportaje acerca de Malverde), y el agudo entrevistador Luis Enrique Ramírez, autor de los libros La muela del juicio y La ingobernable: Encuentros y desencuentros con Elena Garro.
Hallazgo de la Reina Roja, una de tantas exclusivas
No han faltado, por supuesto, los garbanzos de a libra que todo reportero persigue a veces durante meses: las exclusivas. En junio de 1994 ofrecimos antes que nadie los detalles acerca del hallazgo de la tumba de la Reina Roja, como ahora se le conoce, encontrada en la subestructura del Templo XIII, situado a un lado del Templo de las Inscripciones, en la Gran Plaza de la zona arqueológica de Palenque, Chiapas.
Con el mismo entusiasmo acompañamos la defensa de Teotihuacan cuando llenaron de foquitos la pirámide del Sol y se intentó montar un espectáculo nocturno, o cuando se pretendió utilizar otros vestigios como escenario para multitudinarios conciertos comerciales.
Ahí estuvo con singular terquedad La Jornada para documentar el rescate en Argentina del mural Ejercicio plástico, de David Alfaro Siqueiros, primero al denunciar el abandono de la obra en un contenedor, y luego para relatar su restauración y traslado a su destino final, en el museo de la Casa Rosada, en Buenos Aires.
También ahí hemos estado para documentar desde el tránsito de los formatos tradicionales a los digitales, hasta los prodigios que ocurren en escenarios teatrales o dancísticos, el surgimiento del muralismo contemporáneo e incluso los despilfarros en la construcción de la Biblioteca Vasconcelos, la Estela de Luz o los festejos del Bicentenario, así como los embates hacendarios contra la cultura que se intentaron en 2003.
La ola verde, la bandera arcoíris, las tribus urbanas, el esplendor de las lenguas originarias de nuestro país, al igual que los premios, las despedidas y las controversias son parte del inagotable acontecer cultural y artístico que ha dado un rostro único a nuestras páginas culturales.
Valgan estas pocas líneas, con recuerdos al azar, pero profundos, para agradecer por estos 38 años de su atenta compañía, queridos lectores. Vamos por más.