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2022-09-18 10:26

Exigen en Cuernavaca atender denuncias por derrumbe de cementerio

Viviendas que fueron sepultadas por una parte del panteón La Paz en la parte poniente de este.
Viviendas que fueron sepultadas por una parte del panteón La Paz en la parte poniente de este. Foto Rubicela Morelos

Cuernavaca, Mor. El ayuntamiento de Cuernavaca, con las diferentes administraciones del panteón de La Paz, nunca atendieron las denuncias de los vecinos de la colonia Los Pilares en el sentido que el talud del mencionado cementerio se estaba derrumbado sobre las casas de este asentamiento irregular, incluso, recordaron que en el año 2006 y 2012 se registraron y denunciaron dos deslizamientos de tierra y piedras con partes de tumbas, denunciaron habitantes de esta colonia, del poblado de Chipitlán, Cuernavaca.

Juan Heriberto Rangel Díaz, de 66 años de edad, propietario de una de las viviendas que fueron sepultadas por una parte del panteón La Paz en la parte poniente de este, -el pasado miércoles y que dejó tres personas sin vida y 4 lesionados, entre éstos él-, en entrevista con La Jornada este sábado dijo que fueron varios oficios entregados y visitas que hicieron al ayuntamiento de Cuernavaca, a sus diferentes administraciones desde 1990 y 1992 que se fundó esta colonia, y a las diferentes administraciones de este cementerio; pero “nunca nos hicieron caso”, se quejó.

“Mire hicimos escritos, ya se perdieron muchos (dijo apuntando los escombros de lo que fue su casa), y fuimos a ver a las autoridades para pedirles que por favor no pusieran tumbas a la orilla, que afectaba todo eso por el agua que se penetra y va fisurando el paredón.

“Pero no, no hicieron caso; al contrario, según los iban a quitar, pero ya ve (no lo hicieron), (tanto que en este último derrumbe) se cayeron mínimo unas 5 tumbas”, dijo Juan Heriberto señalando los hoyos de otras tumbas que quedaron expuestas y están derrumbándose poco a poco sobre la calle Bugambilias la más dañada de este asentamiento humano.

Recordó que buscaron con insistencia a las autoridades municipales de la presente administración, y anteriores, también a los trabajadores de PC municipal, y del panteón, porque en el 2006 y en el 2012 ya habían caído varias partes de ese talud sobre algunas casas, aunque entonces estos (derrumbes) no afectaron tanto como éste último.

“Siempre fue así (el talud), según iban a arreglar, pero hasta ahí llegó nada más. Le dijo que fuimos a verlos, fuimos a ver a los administradores del panteón, fuimos a ver a los del ayuntamiento y fuimos a Protección Civil (municipal); y (la respuesta de éstos era) nada más ¡sálganse!, es alto riesgo (la colonia irregular Los Pilares)”, rememoró Juan Heriberto de 66 años de edad.

El colmo de la desatención de las autoridades municipales, y que no sirven a los pobladores ni cumplen sus funciones respectivas, según Juan Heriberto, es que los dos últimos años los PC ni siquiera les notificaron antes del inicio de las lluvias que se fueran a un lugar seguro.

Tanto, agregó, que a tres días del mencionado derrumbe, esta mañana los vecinos de la calle mencionada (Bugambilias) y más afectados esperaban la llegada del áreas de Obras públicas y PC municipal para que vean como le van hacer, porque ellos aseguraron que si tiene temor de estar viviendo y durmiendo en sus casas, ya que en cualquier rato puede venirse abajo otra parte de ese talud de más de 30 metros de altura.

“Yo lo que estoy demandando a las autoridades, que si tienen un espacio para darnos, para irnos a construir aunque sea un jacal de madera, pero que sea seguro, porque aquí nos exigieron también servicios, agua y luz, y aparte licencias de construcción (por parte del ayuntamiento). “Pues que nos ayuden (las autoridades de los tres niveles de gobierno) a reubicarnos a todos porque estamos en la orilla, porque estamos en riesgo todos, no solo nosotros, porque ya había ocurrido un (derrumbe) en el 2006, y otro derrumbe en el 2012, igual se cayeron tumbas menos (que las que cayeron en esta último derrumbe)”, recalcó el afectado.

También denunció que a tres días del derrumbe no han ofrecido un albergue como tal para estas familias, tanto que él, está durmiendo y viviendo ahora en una casa de una vecina que está enfrente en lo que fue su casa. Lo mismo dijeron otras vecinas de esta calle Bugambilias (en donde estaban las casas 40 y 41 destruidas), mismas que negaron que PC municipal las haya notificado el jueves que se fueran a un lugar seguro porque puede venirse encima otra parte del cementerio de La Paz sobre sus casas.

“Pensé que era un terremoto”: Juan Heriberto Rangel Díaz

Juan Heriberto, de 66 años de edad, fue uno de los cuatro lesionados que rescataron de entre los escombros de su casa el pasado miércoles a las 10: 39 de la mañana que se derrumbó el paredón del panteón La Paz sobre su casa, y otro de otra vecina que sí murió con su hija.

“Estaba yo adentro, estaba afortunadamente en mi cama, iba ver las noticias, cuando nomás sentí un estruendo y sentí que la loza me cayó encima, quedé aprisionado entre la loza y mi cama, mis hombros no podía moverlos. Ahí me quedé.Yo pensé que era un terremoto, pero cuando me sacaron vi todas las cosas en pie”, recordó esta persona de la tercera edad.

Sofía, una de las que murieron, aseguró Juan Heriberto que era su inquilina; las otras dos eran sus vecinas Reina y su hija Monserrat (de 17 años de edad), que según fuentes policiales quedaron abrazadas debajo de la destruida loza de la casa.

Por los derrumbes registrados antes, calculó Juan Heriberto, que este último fue de mayor riesgo, “ahora sí que fue un derrumbe muy grande, porque la verdad habían caído derrumbes pero no tan grandes, y yo construí una barda atrás para contención, y sí me ayudó en los dos derrumbes anteriores; pero este si ya no”, se lamentó el damnificado.

“Los pilares” se edificó en minas de arena.

Juan Heriberto recordó que él fue el tercer vecino que llegó a esta colonia en el año de 1992, y que en ese tiempo le costó su terreno 5 millones de pesos (de los viejos pesos) que fue pagando poco a poco. Lo compró a ejidatarios de Chipitlán, y aceptó que antes de ser asentamiento humano allí era terreno de minas de arena, zona de donde sacaban piedras y arena para vender para otras construcciones de la ciudad capital.

Lo único que le dieron fue una constancia de posesión por un terreno de 200 metros cuadrados. Primero dijo que se construyó una casita de madera, casi al pie del mencionado talud, y después con el tiempo fue construyendo su casa de dos pisos, que con el derrumbe del miércoles quedó totalmente destruida.

Por ser esta zona irregular para vivir, los vecinos de esta no pagan predial al ayuntamiento, “porque según estábamos en zona de riesgo, pero lo que a mí me da coraje es que si estamos en zona de riesgo entonces porque nos cobran la licencia de construcción (los del ayuntamiento de Cuernavaca).

En aquel tiempo que llegaron, aseguró, que ya las minas de arena ya tenían varios años que habían dejado de operar, “ya no sacaban arena, ya estaba esto parado, pero si había aquí un hoyo muy grande y se fue rellenando, y la verdad pues todo esto es relleno, pero no pensamos eso (un derrumbe grande), porque en 30 años sí derrumbes pequeños, incluso hice una casa de madera allá atrás, y nunca nos pasó nada gracias adiós. Ya después construí acá adelante, precisamente para evitar problemas con el paredón. Pero pues no evité nada”, se quejó otra vez Juan Heriberto.

Con su trabajo de técnico en electrónica, cuando miraba bien, dijo que edificó su casa ahora totalmente destruida. “Ahí está todo mi trabajo de 30 años”, ahora, ya ni ve bien para trabajar, por eso pidió el apoyo a las autoridades para él y sus vecinos de esta calle ( unas diez casas de Bugambilias), la calle más pegada al mencionado paredón.

Justificó habitar en una zona de alto riesgo, porque dijo que él, como cientos si no es que miles de familias de escasos recursos económicos, no pueden comprar en zonas residenciales que valen millones de pesos e incluso hasta miles de dólares en la ciudad de la Eterna Primavera.

“Lo hacemos por necesidad (vivir en zonas de alto riesgo) porque la verdad no tenemos suficiente dinero para comprar un terreno en una zona residencial, y si aquí nos vendieron barato, adelante, y con trabajo fuimos construyendo poco a poco”, concluyó don Juan Heriberto Rangel Díaz.

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