Una insólita llamada me convenció finalmente de aceptar las condiciones fijadas.
“Usted no me conoce −empezó una voz algo cascada−, soy un zacatecano viejo con más de 65 años de ver toros en mi tierra y en otros estados y un paisano me aseguró que probablemente usted quisiera publicar lo que le comentara. Ya sabe lo de pueblo chico, infierno grande, por lo que disculpará que no le dé mi nombre ni el de mi amigo. y si usted juzga conveniente transcribir mis modestas opiniones, le estaré muy agradecido.”
“Mucho me duele e indigna −prosiguió− lo que está ocurriendo con la fiesta brava de México y aunque todos tenemos parte de culpa, me parece que la Monumental de Zacatecas, a la que le caben 12 mil personas, nos quedó grande, como a los chilangos la Plaza México. Afortunadamente la de aquí no la han rematado a ningún particular, como la de Aguascalientes, y sigue siendo del gobierno estatal. El 8 de septiembre era el informe del gobernador, después a comer y luego a los toros. Esa costumbre desapareció con Arturo Romo Gutiérrez.
“Hay más contradicciones: en años no hemos visto lidiar en la Monumental ganado de Zacatecas ni hemos sido capaces de sacar una figura de la torería local. El colmo es que la actual empresa haya echado en un mismo cartel a tres muchachos zacatecanos en vez de haberlos distribuido en carteles más atractivos. Por lo que se refiere ala demanda de suspensión de los festejos taurinos, en agosto, por parte de un licenciadete trepador de apellido Rada, los errores se multiplicaron. Nadie hizo la menor declaración, ni el patronato ni la empresa ni el ayuntamiento, dejando al público en la incertidumbre total. Los que llegamos a la taquilla para la novillada inaugural ignorábamos si habría festejo, encontrando que el ambiente de feria de otros años había desaparecido, sin gente ni locales abiertos. Gracias a que la demanda estuvo mal hecha, el gobierno estatal mandó al carajo al demandante y a la jueza que lo solapó, celebrándose finalmente las corridas.
“Anote por favor que la novillada inaugural de Torrecilla, ahora del escrupuloso ganadero Sergio Bonilla, fue brava y bien presentada, poniendo en aprietos a los alternantes. Que si la altura, que si la lluvia o que si los corrales, el hecho es que el encierro de Los Ébanos, hoy propiedad de Pedro Haces, también nuevo empresario taurino en la Monumental de Zacatecas, fue una soberana mansada. Ya iba el tercer toro y la gente seguía haciendo una larga fila para adquirir boleto.
“El segundo de Los Ébanos −agregó tras un acceso de tos− fue devuelto por orden del juez, pero no le hicieron caso sino que los toreros miraron al palco de la empresa, la cual indicó que el toro fuese lidiado, pero como no tenía un pase tuvo que ser sustituido por uno de Marco Garfias. Luego la peregrina versión de que se había echado un tranquilizante en los bebederos, pero cuando se es empresa y ganadero en el mismo festejo, es difícil creer tanto descuido. Esa noche el veterinario de la Monumental de Zacatecas desmintió esa versión, por lo que la empresa, no el ayuntamiento, de inmediato lo despidió.
“Si no despertamos de esta pesadilla autocomplaciente, los taurinos y no los enemigos, estaremos poniendo en riesgo el futuro de la fiesta brava de México, con la indiferencia de funcionarios y políticos, de empresas, ganaderos, toreros, autoridades, partidos, aficionados y peñas. Una última propuesta: es urgente que empecemos a regionalizar la fiesta de los toros con grandeza, no con antojos ni imposiciones, pues el centralismo sólo ha estorbado su sano desarrollo”, remató el anónimo informante.