San Sebastián., “Sin conflicto y desamor no se pueden hacer canciones. Me gusta la vida doméstica, pero si allí todo está bien, pues ya no se me ocurre nada que escribir”, aseveró muy emocionado el músico y compositor español Joaquín Sabina en su exclusivo encuentro con la prensa en el concurrido Festival de San Sebastián. “Pues vivimos de todo durante estos 14 años de proceso, con situaciones divertidas unas y otras complicadas. Y, es verdad, todo lo que sea conflicto, para un documental es bueno”, reafirmó su teoría, complacido y afable, el director del interesante e ilustrativo documental Sintiéndolo mucho, Fernando León de Aranoa, quien se mantuvo todo este largo tiempo bajo la sombra de Sabina, recogiendo con la cámara cada momento suyo personal y de inspiración artística, con confianza infinita.
“Soy mas pudoroso, en realidad, pero mi mujer lo primero que dijo cuando vio el documental fue que Fernando me había sacado el alma”, prosiguió sonriendo Sabina. “Claro, estábamos siempre con una cámara en mano y, luego de estos años, hemos logrado un material muy bueno, que podría haber seguido por más tiempo, pero sentimos un impulso: era el momento de cerrarlo ya”, acotó el cineasta. De ahí su título nostálgico Sintiéndolo mucho,“es que con el tema del covid, llevo casi tres años encerrado, casi sin escribir nada. De hecho, la primera canción que hemos hecho apenas ahora ha sido la de la película. Es completamente inédita. En ese sentido, Fernando nos ofreció una maravillosa manera de salir de tanta tristeza”, afirmó Sabina.
–¿Algún remedio para el problema con la voz?– preguntó un periodista afónico en la sala.
“Pues si yo lo tuviera, no estaría aquí”, bromeó el cantautor. “Es una estrategia de marketing, porque quien compra un disco mío, y se siente feliz cantando mejor que yo, compra muchos más”, enfatizó jocosamente.
–Músico y cineasta, tan empáticos ¿cómo resulta esta conjunción?
“Es muy interesante hacer una inmersión en un mundo que no es el tuyo, y donde todo surge espontáneamente, sin pensar en la ficción que tiene un inicio, un proceso y un final. Por eso, intento hacer un documental entre cada dos películas porque lo encuentro muy interesante, muy enriquecedor. Liberador. Igual, si hubiese tenido un plan, Joaquín no me hubiese hecho ni caso”, bromeó el cineasta.
Sobre el tono que le impregna al documental, León de Aranoa afirmó: “Cuando haces un trabajo de este tipo, por tanto tiempo y desde tan cerca, eso viene solo. Lo trae el artista mismo, las cosas que vas compartiendo, sucede todo de manera natural, sin un plan previo. Lo contrario, sería un error. Al final, lo importante es que la película represente tu experiencia, plasmando su realidad, con profundidad y también ligereza, con solemnidad, aunque haga muchas bromas”.
“Creo que el artista de cualquier arte debe tomarse muy en serio lo que pinta o lo que escribe, sobre todo por respeto al público. Pero no debe tomarse en serio a sí mismo para nada. Ese es el fin de cualquier aventura artística”, aseguró Sabina.
“Debemos olvidarnos que hay una cámara. De hecho, pido la pena de muerte para quien inventó los teléfonos móviles”, destacó.
“Por eso, confieso que he pasado de la adolescencia a la vejez, sin tocar la madurez.”
Al parecer, tenemos para rato, con esta afable y amena relación amistosa y artística que continuará presentando su documental biopic, con toque de mariachis, por el mundo, con el que siempre disfrutaremos de esta mágica simbiosis: entre un cineasta meticuloso, respetuoso y metódico, retratando a un músico contradictorio, con pasado confeso de sexo, drogas y rocanrol, del que “no me arrepiento”, pero en el cual prefiere no volver a caer. ¡Definitivamente, que viva el séptimo arte!