La variedad de frutas que produce la tierra en Xochimilco sin necesidad de utilizar agroquímicos inspiró a las hermanas María del Rosario y María de Lourdes Dehesa Sánchez a elaborar mermeladas de fresa, xoconostle, limón, tejocote, jamaica, guayaba, ciruela, pera, zarzamora, higo, duraznos y salsas de chile habanero y chicuarote con semillas y aceite de oliva.
Hace unos días lanzaron las primeras muestras del “té chinampero” de manzanilla, yerbabuena, así como menta, y en breve también ofrecerán la salsa de chile habanero con aceitunas.
Hace 11 años, Chayito y Malú –como son conocidas en el pueblo de San Lucas Xochimanca– decidieron hacer frente a la adversidad que trajo a sus vidas el desempleo, a pesar de contar con estudios de licenciatura en pedagogía y derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México, carreras que sus padres costearon con la labor en las chinampas.
Motivadas por las recetas de su mamá, cuyo secreto conocía y guardaba celosamente su hermana Macrina al ser la mayor, las cuatro mujeres y su sobrina, originarias de Xochimilco, conformaron la cooperativa Mac’kry La naturaleza del sabor, en la que también colabora Catalina Niño, originaria de Colombia, quien llegó al país como parte de un intercambio universitario.
El chile chicuarote, toda una novedad
Como indica el eslogan de la cooperativa, la naturaleza del sabor las ha llevado a participar en diversas ferias y foros realizados en estados como Puebla, donde se mostraron sorprendidas porque algunos jóvenes aseguraron desconocer el tejocote y el sabor del chile chicuarote que las mujeres también pretenden sembrar y cosechar.
Alrededor de 20 productos conforman el catálogo de mermeladas, salsas, aderezos y concentrados de fruta que comercian con otras cooperativas y productores de San Andrés Ahuayucan, Santa Cecilia Tepetlapa, Santiago Tulyehualco y Santa Cruz Acalpixca.
Hace unos días recordaron que de una cosecha “chiquita” de manzanilla, yerbabuena y menta produjeron el té que hasta el momento ha sido bien aceptado; Malú dijo que “a la gente le gusta mucho escuchar que es un producto que nosotras sembramos, que cosechamos y transformamos artesanalmente, que no trae pintura, que no viene adicionado con ningún químico que pueda dañar la salud”.
Las hermanas confían en que el panorama económico de la cooperativa remonte con el apoyo que recibieron de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo, con lo que adquirieron accesorios, una mesa de acero, así como una licuadora industrial y una báscula.
Relataron que están en plena reactivación “porque hemos sufrido muchas caídas”, al recordar que perdieron a sus clientes de Monterrey, Oaxaca y Querétaro durante la emergencia sanitaria, además de que no pudieron seguir con el pago de la renta de la casa donde producían las mermeladas.
También esperan que a largo plazo puedan llevar nuevamente sus productos a los anaqueles de tiendas de autoservicio, como ocurrió en 2014 con Soriana.
Dos años antes de la pandemia trabajaron a marchas forzadas porque con el temblor de septiembre de 2017 quedaron incomunicadas por la fractura de la vialidad principal en el pueblo de San Gregorio Atlapulco.
Optimistas, trabajan también en la nueva imagen de la mermelada, de alrededor de 300 gramos con costo de 70 pesos que envasan en frascos hexagonales de vidrio –que con la pandemia y la inflación su precio pasó de 10 a 20 pesos–, cuya etiqueta será de papel y no de plástico, a la que colocarán el código de barras y la tabla nutricional.
“No nos vamos a caer, vamos para arriba; el amor a la tierra es lo mejor que nos pudieron haber heredado y hacemos un tributo a nuestros padres”, de 87 y 88 años.