Ciudad Juárez, Chih., Migrantes que pretenden entregarse a la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos para pedir asilo en ese país luego de cruzar el río Bravo instalaron campamentos del lado estadunidense y vuelven a territorio mexicano para comprar víveres y otros artículos, pues agentes de la corporación tardan hasta 36 horas en llegar.
La institución asegura que cada día un promedio de mil 200 indocumentados, muchos de ellos venezolanos, cruzan el río, y 40 por ciento son menores de edad.
Los migrantes, guiados por polleros a la frontera, esperan que los agentes los trasladen a las instalaciones de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), para registrarlos y tramitar sus solicitudes de asilo político.
Cuando efectivos de la Patrulla Fronteriza detectan a un grupo de migrantes, les entregan formatos para que anoten sus datos y luego deben aguardar por lo menos una noche a la intemperie hasta que son remitidos a la CBP.
Los migrantes no venezolanos son separados y expulsados a México, con el pretexto de que podrían estar enfermos de covid-19.
Uno de los sitios por donde los indocumentados cruzan se halla a la altura del llamado Puente Negro, por el cual pasa un tren que comunica Ciudad Juárez, Chihuahua, con El Paso, Texas.