Vergüenza debería dar a panistas, priístas, cúpula empresarial, jilgueros y demás fauna perniciosa por las histéricas declaraciones públicas que han hecho en torno al voluminoso costo financiero (intereses, alrededor de 98 por ciento) de la deuda pública que deberá cubrir el gobierno federal en 2023. Cierto: es una cantidad brutal, alrededor de un billón de pesos, que sin duda representa un fardo para las finanzas públicas (que aumenta por el constante avance de las tasas de interés), pero la mayor parte de ese monto (80-85 por ciento) corresponde al débito contratado por los gobiernos neoliberales.
Pero la “repentina” cuan aparente “pérdida” de memoria y los crecientes decibeles de dicha fauna pretenden evadir su responsabilidad en todo este sucio merengue, toda vez que sólo en los últimos tres gobiernos neoliberales (Fox, Calderón y Peña Nieto, especialmente el michoacano y el mexiquense) la deuda pública se incrementó en alrededor de 500 por ciento (sin efecto positivo en el crecimiento económico y el desarrollo social), amén de que fue práctica común de esa tercia endeudar al país hasta la médula para pagar intereses del propio débito, “rescatar” y subsidiar al gran capital privado, o ambos, mientras con toda frescura trasladaron el costo a los mexicanos.
Los gobiernos, priístas y panistas aseguraban que el brutal endeudamiento por ellos estimulado “no afecta a las finanzas públicas”, porque su nivel “es razonable” (¿lo es 500 por ciento de incremento?), pero ahora tienen la cara dura de reclamar airadamente por el “insostenible e irresponsable endeudamiento” … de la actual administración federal y, desde luego, los intereses de usura que cobran los acreedores.
Pero, como dice alguien, texto sin contexto no sirve. Por ello, y para dar idea de qué magnitud fue el mencionado “nivel razonable”, cabe recordar que con ese grupo en Los Pinos los mexicanos recién nacidos ya no llegaban con torta bajo el brazo, pero sí con un pagaré por su parte proporcional del débito público que le endosaron por cortesía de los gobiernos neoliberales.
Cuando Martita y Vicente Fox se instalaron en la residencia oficial, cada mexicano (101 millones en ese entonces, y la mayoría ni siquiera estaba enterada) debía 10 mil 200 pesos (herencia de Ernesto Zedillo); seis años después, ya con 108 millones de habitantes, cada uno de ellos adeudaba 29 mil pesos por el incremento del débito público.
Con ese volumen poblacional y esa proporción de débito per cápita arribó Borolas (durante su campaña electoral de 2006 sus pregoneros aseguraban que “¡Felipe Calderón te dirá cómo! … México crecerá sin deudas”) solo para asfixiar a los mexicanos, pues de 29 mil pesos al cierre del sexenio foxista, en 2012 (con 117 millones de habitantes) cada uno de ellos ya adeudaba alrededor de 51 mil pesos.
En Los Pinos se instaló Enrique Peña Nieto y con él la deuda por habitante pasó de 51 mil pesos el primero de diciembre de 2012 (herencia de Calderón) a cerca de 83 mil pesos el 30 de noviembre de 2018 (por cierto, es necesario subrayar que lo anterior solo es por deuda pública federal, porque la estatal y la municipal se cocinan aparte).
En esos tres sexenios neoliberales la economía creció a un ritmo anual promedio de 2 y piquito por ciento, mientras la deuda pública aumentó a un ritmo cercano a 28 por ciento también como promedio anual. La diferencia entre el primer resultado y el segundo fue de catorce tantos, y ese balance es el que los amantes del “libre mercado” heredaron al gobierno actual, al que ahora acusan, histérica y propagandísticamente, de “utilizar muchos recursos públicos” para pagar los intereses de la deuda que ellos acumularon y le endosaron.
“Olvidadizos”, pues, pero no tan pendejos, porque sistemáticamente los histéricos gritones de hoy fingen demencia con el tema del Fobaproa, es decir, la espeluznante deuda privada que desde hace 25 años, y contando, se paga con recursos públicos. En ese lapso de las arcas nacionales ha salido poco más de un billón de pesos para cubrir parte del adeudo que priístas y panistas (con Borolas a la cabeza) endilgaron a los mexicanos, y aún falta por cubrir una cantidad similar, mientras los bancos y sus dueños gozan de un doble paraíso: permanecen intocados y registran utilidades de ensueño (para no ir más lejos, 130 mil millones de pesos, limpios de polvo y paja, sólo de enero a junio del presente año, monto 36 por ciento superior al obtenido en igual periodo de 2021).
Las rebanadas del pastel
Felices fiestas patrias. ¡Viva México!