Cumpliendo con una promesa de campaña, el presidente de EU emitió una orden ejecutiva “condonando” parte de la deuda que millones de estudiantes tienen por concepto de los créditos que han recibido del gobierno para cursar la educación superior. El ahorro para cada estudiante que hoy recibe ingresos menores a 125 mil dólares anuales puede llegar hasta 20 mil dólares. Para la derecha más conservadora, además de inflacionario (?), fue un premio a la “irresponsabilidad” de un sinnúmero de “diletantes” que obtuvieron un crédito para cursar “carreras poco útiles”. Para las organizaciones progresistas, el beneficio económico es reducido, ya que representa un porcentaje no sustancial de la deuda total que algunos estudiantes tienen.
Quiérase o no, es un respiro para muchos jóvenes quienes, una vez concluidos sus estudios superiores, no encuentran un empleo acorde con sus estudios, y la obligación de pagar su deuda que en muchos casos representará largos años. La condonación parcial de esa deuda puede juzgarse desde varios ángulos. Tal vez, el menos aparente y, por tanto, más desconocido, es que el costo de recuperar el pago de esa deuda excede por mucho el costo de ofrecer la matrícula en forma gratuita. Un modelo de la escuela de negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania establece que, si se deja de cobrar colegiatura a estudiantes que cursan el Community College (en México correspondería a los tres primeros años de universidad), se pudiera obviar la burocracia pública y privada responsable de recuperar los créditos lo que excedería un ahorro de 70 billones de dólares en 10 años. En ese periodo la eliminación total de la colegiatura, absorbida por la federación y los estados, sería de 50 billones. Pamela Herd, profesora de la Universidad George Washington, calificó de “irrespetuoso” que los estudiantes deban pasar días buscando cuáles son las mejores opciones de crédito en las más de 500 instituciones públicas y privadas de estudios superiores para cursar y pagar la deuda derivada de sus estudios. En una sociedad respetuosa de los derechos humanos, la gratuidad de la educación no debiera estar a discusión. Moraleja: en la clase trabajadora, deuda es sinónimo de irresponsabilidad y apatía; en la patronal y acaudalada es buen juicio y visión. Condonar el costo de la educación, así como el costo total de los servicios médicos, debe entenderse como obligación moral y ética de cualquier Estado, no como dádiva.